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m.f. antuña
Lunes, 26 de diciembre 2016, 08:30
Hace cinco años que Rafa Palacios (Ciaño, 1963) dejó Asturias para instalarse en Argentina, un país en el que se siente cómodo y feliz, por mucho que la añoranza esté siempre ahí, golpeando fuerte. El líder del Bloque por Asturies, que formó parte del Gobieno asturiano de 2003 a 2010 como director de la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo, no tiene intención a corto plazo de dejarse ver por el mundo de la política española, que sigue vigilante y con un inmenso hastío.
¿Qué es de su vida? ¿A qué dedica el tiempo libre y el ocupado?
Estoy viviendo en Argentina desde hace casi cinco años. Soy analista principal en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina, formando parte del equipo técnico de la Dirección de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades en el Trabajo . Además, soy profesor de la Universidad Nacional de Quilmes. ¿El tiempo libre sigue existiendo o es una leyenda?
¿Es diferente gobernar a este o al otro lado del charco?
En Asturies formaba parte del Gobierno como director general. Aquí soy un trabajador del Estado, formando parte del equipo técnico de un ministerio. Son responsabilidades y realidades muy diferentes. En cualquier caso, para mí es apasionante poder trabajar en el ámbito del diseño, desarrollo y aplicación de las políticas públicas.
¿Y son muy dispares los males políticos de uno y otro país?
Cada país y cada estado tiene su realidad económica, social y política. Lo que tengo muy claro, aquí y en cualquier parte, es que participar en política es fundamental para poder transformar el mundo, para poder lograr un mundo en paz con justicia social e igualdad, si queremos una vida digna para todas las personas en todo el mundo. El problema no es la política, el problema son aquellos políticos que la usan para sus propios intereses. La corrupción política es un mal endémico y los políticos corruptos son el virus más peligroso para nuestras sociedades.
Decía Kiko Valledor en esta misma sección que se sufre mucho gobernando. ¿Usted qué dice?
Yo no sufrí formando parte del Gobierno de Asturies. Fue una responsabilidad enorme que exige muchos sacrificios de todo tipo, sobre todo en lo personal. Pero nadie te obliga a estar en un gobierno, te puedes ir cuando quieras. Para nuestro espacio político fue muy importante porque pudimos demostrar que existen alternativas a los partidos del régimen, que hay otra forma de hacer política. Y cuando vimos que la coalición de gobierno no daba más de sí y que las políticas que se proponían iban en contra de los intereses de la clase trabajadora, de la mayoría, de la gente de abajo, salimos del Gobierno. Sin ningún drama. Nadie me obligó a entrar, nadie me obligó a salir, ya no había nada bueno que hacer allí dentro.
¿Cómo ve España desde la distancia? Ha habido un cambio en el panorama político. ¿Habrá más?
¿Cambio político en España? Me está gastando usted una broma o se adelantó el día de los inocentes. En una carrera de corruptos, miserables y caraduras, los dirigentes de los dos grandes partidos políticos españoles serían Usain Bolt.
¿Y Asturias? ¿Cambia la visión desde el otro lado del charco?
De cerca o de lejos, desde arriba o desde abajo, sea como sea, esté donde esté, sea la hora que sea, amo Asturies. Y estoy convencido, lo digo lleno de ilusión y de esperanza, que más pronto que tarde, Podemos va a devolver la dignidad a este país y todas las personas obligadas al exilio económico podremos volver y nadie más se tendrá que ir y Asturies será otra vez una tierra para vivir y trabajar.
¿Qué le han enseñado los argentinos en estos años?
Desde el primer momento que llegué me trataron como una persona, como un hermano. Me concedieron la residencia en una semana, la nacionalidad argentina en siete meses, me dieron acceso a la sanidad y la educación pública desde el primer día, valoraron mis conocimientos, formación y experiencia, y me dieron la posibilidad de tener un empleo digno. Toda una escuela de solidaridad y respeto.
Habrá aprendido a bailar el tango...
No sé bailar tango, me gusta, pero me gusta mucho más el folclore argentino. La cultura argentina es, como el país, riquísima, diversa y preciosa. Argentina es muchísimo más que la capital, muchos más que los porteños. De norte a sur, Argentina es una tierra guapísima.
No se habrá psicoanalizado...
De ninguna manera.
¿Domina la técnica del asado?
Por supuesto, lo como con un estilo insuperable.
¿Le pongo en un aprieto si le hago elegir entre el Boca y el River ?
Ningún aprieto. Soy del Sporting y lo veo jugar todas las semanas. Y de River, pero sin dramatismos.
¿Messi o Cristiano?
Messi, como futbolista. Cristiano, como persona.
¿Usted cree haberle enseñado algo a sus nuevos compatriotas?
Este país está lleno de asturianas y asturianos, de descendientes de compatriotas exiliados, políticos y económicos. No descubrieron Asturies por mí. Aprendo mucho todos los días y comparto todo lo aprendido.
¿Ha descubierto ya el auténtico significado de la palabra señaldá?
Como escribía Benedetti, «cantamos porque llueve sobre el surco / y somos militantes de la vida / y porque no podemos ni queremos /dejar que la canción se haga ceniza». Eso quiero que signifique para mí la señaldá: no dejar que la canción se haga ceniza. Tener a mi país y a mí gente siempre presentes en mi vida, esté donde esté, donde la vida me lleve o me traiga, sin renunciar a lo que fui, a lo que soy y a lo que voy a ser.
¿Piensa en regresar algún día Asturias?
Nunca se sabe qué va a pasar en la vida, pero de momento no tengo perspectiva de volver a Asturies a corto o medio plazo. Es duro y difícil asumir la realidad del exilio económico, pero después de casi cinco años en la diáspora, no queda más remedio que hacerlo para poder seguir viviendo.
Es Navidad. Y la pregunta es evidente: ¿Mola más pasarla al sol del verano austral o al frío asturiano?
La respuesta es más evidente que la pregunta: en Asturies, siempre.
Y como es Navidad, vienen los Reyes Magos. Pida por esa boca.
Salud, amor y paz con justicia social e igualdad. Que la ilusión, la esperanza y la utopía no dejen de alumbrar nunca nuestro camino.
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