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El trayecto a caballo desde el pueblo hasta el altar es uno de los momentos más especiales de la celebración vaqueira. :: FOTOS LUIS SEVILLA
Sí quiero mojado

Sí quiero mojado

El mal tiempo no logra aguar la fiesta de Aristébano ni la boda de la sálense Sandra Rubio y el valdesano Claudio Riesgo

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Lunes, 1 de agosto 2016, 00:52

La lluvia y la niebla intentaron ayer quitarles protagonismo a los contrayentes de la boda vaqueira de Aristébano: la sálense Sandra Rubio y el valdesano Claudio Riesgo. Una hora antes del inicio del cortejo nupcial el alto que une los concejos de Tineo y Valdés era un mar de neblina, orbayaba obstinadamente y un desapacible nordeste se había aliado con los otros elementos en la que parecía una conjura en toda regla para aguar la fiesta. El gentío, que habitualmente llena el prau de la gira, se apelotonaba en el interior del único chigre del lugar. Afuera, triste y sola, la xatina de la rifa berreaba al cielo o al Señor de las Nubes, el Renubleiru, mientras al otro lado del bar sus congéneres del carro del país en el que viaja el ajuar de la novia, aguantaban el chaparrón estoicamente bajo sus 'mullíos' de piel de oveja. Pronto la colcha de la cama del célebre ajuar comenzó a chorrear y el bacín que colgaba de la parte trasera del carro a recoger en su seno agua que de orbayu, había pasado ya al grado de 'xarabatiada'.

En el garaje del bar se hallaba instalada la recepción oficial de los nuevos vaqueiros de honor y del resto de invitados. Allí se les hacía entrega del bastón y la escarpela correspondientes con los que sumarse al cortejo de honor de la boda. El lugar era aprovechado por los cofrades, miembros del Consejo Rector de la Vaqueirada y algunos curiosos para cobijarse de la que estaba cayendo allá fuera. En medio del barullo, la pareja de novios, saludaban a parientes y conocidos, sin poder ocultar su nerviosismo y una cierta desilusión por las circunstancias meteorológicas en las que se iba a celebrar su enlace. Tras ellos las pandereteras Raquel y Laura Álvarez Alonso, Las Tsacianiegas, animaban la espera con sus coplas chispeantes de picardía y poesía.

El cortejo inició su recorrido hacia la braña con el carro de bueyes abriendo camino, lo escoltaban, guiada en mano, Nerea y Laura, hijas del dueño de los animales, como lo vienen haciendo desde que apenas levantaban unos palmos del suelo. Tras el ajuar los miembros del Consejo Rector, los vaqueiros de honor, gaiteros, grupos de baile, pandereteras y los novios. En el caserío aguardaban los caballos llegados desde Naraval para servir de montura a los contrayentes y a los distinguidos con el título de Vaqueiro Mayor en el camino hacia el prau de la fiesta.

Al cortejo se sumó también la treintena de vecinos de Candelario -con su alcalde a la cabeza-, el pueblo salmantino que recibía este año su acogimiento entre los vaqueiros de honor y en el que cuenta su tradición que fue fundado por pastores trashumantes asturianos.

Debido al mal tiempo la ceremonia religiosa no pudo realizarse en la explanada de costumbre y tuvo que trasladarse al interior de la ermita de La Divina Pastora. Por primera vez en varios años el público hubo de resignarse a escuchar el oficio por la megafonía instalada a las puertas de la capilla. Apenas los novios, los padrinos, Ceferino Rubio, padre de la novia y los medios que cubrían el acto pudieron acomodarse en el pequeño templo.

Antes de la misa, Las Tsacianiegas, brindaron a la nueva pareja un cantar vaqueiro de bodas. Las pandereteras volverían a homenajear a Sandra y Claudio, una vez concluida la ceremonia y tras darles «la bendición del panderu».

En su homilía el párroco de Naraval trazó un elocuente elogio del amor: «En un mundo como el actual en el que todo parece poder comprarse, incluso el amor», afirmó, para añadir que: «En el supuesto de que aceptásemos tal posibilidad, aunque sólo sea como un símil, deberíamos buscar la marca original: que es Cristo y el amor en Cristo, desdeñando otras más baratas o dudosas...que si se eligen, suele pasar como con las prendas de mala calidad: al lavarlas encogen o se estropean».

El sacerdote agradeció a los contrayentes el haber escogido para su enlace el lugar de Aristébano en su fiesta vaqueira y les animó a vivir su unión con esperanza y con la mirada puesta siempre en un futuro compartido, ya que, recordó: «El amor no es un proyecto a corto plazo, es una carrera de fondo para lograr alcanzar la meta, que es la de llegar a la vejez de manera saludable y con ese amor en igual estado de salud».

Concluida la ceremonia religiosa, se celebró el banquete, en el que los recién casados y sus familiares compartieron menú con los vaqueiros de honor y los miembros del Consejo Rector. Durante la tarde tuvo lugar el acto de acogida a los nuevos cofrades del Festival de Aristébano: Javier Fernández, presidente del Principado, los juristas Francisco Ruíz e Ignacio Villaverde -colaborador de EL COMERCIO-, el médico Ángel del Couz, el deportista paralímpico David Fernández, los integrantes del Cuarteto Torner, el pueblo de Candelario y Manuel López Davaliña.

En su intervención para agradecer su nombramiento, el presidente autonómico tuvo palabras de elogio hacia el colectivo vaqueiro: «Un grupo humano identificado siempre con la libertad», manifestó y que «más allá de mitos y leyendas, representa el trabajo duro de la gente de las brañas, que con su esfuerzo y sus vidas han ido configurando este paisaje, que hoy es patrimonio de todos los asturianos».

Los elementos conjurados durante el mediodía para fastidiarles el día a Sandra Rubio y Claudio Riesgo, y a los cientos de romeros que acudían un año más a la Vaqueirada, parecieron abandonar sus malintencionados propósitos a lo largo de la tarde y por momentos incluso se tuvo la impresión de que acabara abriendo el día. Pero el sol no salió y las nubes no dieron la esperada tregua. Aún así, lo cierto es que esta popular cita anual en la braña que junta a vaqueiros y xaldos de los concejos de Valdés y Tineo consiguió escampar el mal tiempo con la mejor de sus caras.

Al cierre de esta crónica aún no se había dado a conocer el nombre del afortunado o afortunada en el sorteo de la xata, que eso sí, aparentaba más sosiego que por la mañana.

Como en toda boda de lustre que se precie no faltaron los rostros conocidos. En esta celebración de la de la braña de Aristébano estuvieron la consejera de Medio Rural, María Jesús López; el pintor y escultor Manolo Linares; el ex alcalde de Valdés, Jesús Landeira y, entre otros, el presidente del Principado, Javier Fernández, que se unió, como el catedrático Ignacio Villaverde, al club de los vaqueiros de honor.

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