Secciones
Servicios
Destacamos
PPLL
Domingo, 29 de mayo 2016, 00:32
A Alasdhair Willis (Yorkshire, 1971) nunca se le han caído los anillos por reconocer lo que casi todo el mundo cuchichea a su paso: debe gran parte de su meteórica carrera como empresario de moda, si no toda, a su mujer, la diseñadora Stella McCartney. Si la hija del legendario 'beatle' ha acumulado fama y fortuna con su marca homónima y ultracara y mostrando su más absoluto rechazo al empleo de las pieles, su marido se está poniendo las botas como director creativo de Hunter, la firma escocesa con 160 años de historia que ha transformado unas humildes katiuskas en un artículo de lujo que enloquece a las celebrities. Pero no crean que el consorte está dispuesto a conformarse con tan poco botín.
El 'señor McCartney', como se le conoce en Inglaterra, anda con la ambición disparada. Su prolífica actividad como artista, empresario, editor, agitador cultural y consultor apenas le deja tiempo libre, pero se le nota feliz sintiéndose influyente. «Lo que me mueve es la imaginación. Tanto si es en la edición de revistas como en la fabricación de muebles o en el diseño de botas técnicas de campo», explicó a la revista 'Elle'. La clave del éxito radica en prestar la «máxima atención» al detalle y hacer de la creatividad emocional una forma de vida. Es el mantra con el que lleva trabajando los últimos 20 años. ¿Para qué cambiar cuando a uno le van tan bien las cosas?
Alasdhair es de los que cree «a pies juntillas» que siempre se tienen más opciones de alcanzar el éxito cuando se generan ideas frescas. «Siempre he sentido curiosidad por explorar otras disciplinas, poner a prueba mis habilidades y enriquecerme con las oportunidades que llegan. Cada mañana me levanto con una misión: ofrecer al mundo una novedad», reflexiona.
Hay un aspecto que juega en favor de este elegante triunfador que acudía en traje a las clases de dibujo cuando estudiaba en la facultad de Bellas Artes. Inteligente y nada presuntuoso, sabe que su matrimonio ha sido el mejor salvoconducto para abrirle puertas que de otra manera se le habrían resistido. Tampoco se le ha subido el éxito a la cabeza ni se ha sentido indispensable. Si su vegetariana esposa vivió rodeada de todo tipo de comodidades y lujos desde su nacimiento, a Willis no le regalaron nada. Criado en un suburbio industrial de Middlesbrough, se decantó por el mundo de la publicidad porque necesitaba dinero para costearse el alquiler y pagarse las pintas de cerveza.
Encauzó su talento hacia el mundo de la publicidad y dio el pelotazo con el lanzamiento de 'Wallpaper', una publicación de tendencias que ideó junto a Tyler Brûlé. «Nadie daba un duro por nosotros y callamos muchos comentarios cuando conseguimos más de un millón de libras en ingresos publicitarios con cada número», presume. El inesperado éxito editorial le relacionó de inmediato con el mundo de la gente guapa y poderosa. Tanto gusto le cogió, que diversificó su perfil profesional y se dedicó a asesorar a empresas muy potentes. Su currículo le ha convertido en un experimentado estratega. Fue consejero de Estée Lauder, echó una mano a David Beckham en la creación de su línea de ropa interior, colaboró con Adidas... Pero el gran pelotazo (profesional y personal) le llegó en el momento más inesperado. En el desayuno al que le convocó una diseñadora que por entonces arrancaba su carrera en solitario tras foguearse en Christian Lacroix y Chloé. Del encuentro con Stella, que le pidió consejos empresariales, surgió un flechazo instantáneo. Quince años y cuatro hijos después -Miller, Bailey, Beckett y Reiley-, forman uno de los matrimonio mejor avenidos en un mundo donde las rupturas están a la orden del día. «Todo lo que hago en mi vida es por mi familia. Es lo más importante para mí. Cada día llevo a los niños al colegio antes de ir a la oficina e intento llegar a casa antes de que se vayan a dormir», afirma.
Maquillado y perfumado
Muestra la misma soltura con el clan familiar que con los negocios en los que anda enfrascado. «Es duro tener que llegar a todo, pero lo hacemos tanto Stella como yo», cuenta Alasdhair, al que las revistas acostumbran a reservar puestos de privilegio en las listas de los hombres mejor vestidos y peinados. En tiempos en los que la imagen juega un papel tan crucial, es habitual verle discretamente maquillado para las sesiones fotográficas y dejar un rastro de buen perfume. Además de vender como rosquillas las botas de agua que tanto enloquecen a los famosos -se las han calzado desde la difunta Lady Di hasta Kate Moss-, Willis ha ampliado la gama de la marca con todo tipo de ropa y accesorios. Lo mismo vende a mayores que a pequeños. Hijo de una escocesa, nunca ha ocultado sus preferencias políticas. Se declara contrario a la independencia de Escocia porque cree que el Reino Unido es más fuerte sin fragmentaciones y se muestra partidario de la permanencia de su país en la Unión Europea. nada de 'Brexit'.
Lector voraz -«leer bien es una buena manera para vivir mejor»-, Alasdhair admira el estilo del difunto actor Steve McQueen y le apasiona plantar árboles. No solo vive de Hunter, ya que continúa como miembro del consejo de administración de la compañía de Stella McCartney, con la que ha creado la identidad corporativa. «A menudo hablamos de emprender una aventura juntos, tenemos ideas y no descartamos hacer algo en el futuro, pero por ahora cada uno está concentrado en lo suyo», confiesa sobre una mujer que sigue volviéndole loco. «Yo me enamoré de una persona, de Stella, no de un apellido. De alguien que es capaz de convertir lo ordinario en extraordinario, de abrirte los ojos ante lo que te rodea y, en definitiva, de hacer que te plantees muchas de las costumbres que has heredado para crear un mundo mejor», argumenta.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.