El hermanastro prófugo de DiCaprio

Cuentan las biografías de Leonardo DiCaprio que su vocación de actor -y, con ella, la carrera que le llevaría al éxito global y a premios como el reciente Oscar- brotó por el deseo de imitar a su hermanastro, Adam Farrar. Cuando Leo tenía un añito, su padre se casó con la madre de Adam, que entonces era un precioso pequeñuelo de 4 años, así que los dos niños se criaron juntos: en los últimos 70 y los primeros 80, Leo vio cómo su hermanastro aparecía en anuncios e incluso en series como Con ocho basta o Galáctica, y ahí surgió el deseo de llegar a ser algún día como él.

Sus vidas adultas han seguido rutas divergentes. Estas semanas, mientras Leo celebra por fin el reconocimiento que la Academia le había negado durante tantos años, Adam vuelve a tener problemas con la Policía. En enero lo detuvieron, junto a su pareja, por un presunto delito de hurto: les acusan de robar objetos de valor inferior a 900 euros. Su situación ha empeorado al no haberse presentado a su cita en los juzgados, lo que ha obligado a emitir una orden de busca y captura.

Adam Farrar no es precisamente un debutante en los conflictos con la ley. En 2000 le arrestaron como sospechoso de tramar el asesinato de su pareja -la misma con la que está huido ahora mismo- y de emitir amenazas terroristas. Después se le han imputado cargos como acoso telefónico, violencia doméstica, conducir sin carné, posesión de heroína, asalto a un fotógrafo y robo, y en 2013 pasó tres semanas en la cárcel. Leo y Adam, que la década pasada todavía acudían juntos a partidos de baloncesto, están más distanciados que nunca.