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José Tomás, con dos orejas, en Aguascalientes (México).
6.000 euros por ver torear a José Tomás en México

6.000 euros por ver torear a José Tomás en México

El lleno en la Monumental será histórico y los precios de la reventa suben como la espuma

pablo garcía mancha

Sábado, 30 de enero 2016, 04:10

Una especie de locura persecutoria taurina se ha desatado en México D. F. Los principales medios locales especulan con los precios que se están pagando en la reventa de internet por algunas localidades: oscilan entre los 200 euros por una entrada en la general de sol hasta los 6.000 euros en la barrera de Insurgentes, la gigantesca plaza en la que mañana a las 23:30, hora de España (16:30 en México), volverá a los ruedos José Tomás, el diestro más mitificado y especial de la tauromaquia contemporánea.

La Monumental de México se edificó hace 60 años para albergar la inusitada pasión que generaba Manolete en una afición que veneraba aquella quietud mayestática del torero de Linares. La misma estatua de mármol admirada por un José Tomás que en esta Feria del Aniversario cerrará un círculo que parecía imposible: reventar de gente de todos los confines el coliseo levantado para el diestro que en tantas cosas ha sido su inspiración y su destino.

Pero Tomás no es Manolete. Se mueve en parámetros diferentes a cualquier matador de su generación y ni la planificación de sus temporadas, ni el número de corridas se atienen a fines comerciales: «No sabemos nada, no es que no lo queramos decir. Pero él es el que decide cuándo y dónde. Si hará temporada más allá de esta corrida es un misterio indescifrable», asegura Israel Vicente, jefe de prensa del diestro. «Cuando salgo al ruedo me entrego por completo y no pienso en la corrida siguiente, ni en la próxima, pienso en ésta», declaró en Barcelona el día que se encerró de manera altruista ante seis toros de diversas ganaderías. No hay nada más que la próxima corrida en su agenda; cuestión quedesespera a los empresarios y deja a sus seguidores en un infinito duermevela.

Durante el periodo que permaneció inactivo no paraba de torear para sí mismo en el campo. Se cuenta que José Tomás a veces torea sin muleta, con las palmas de las manos convenciendo a la res de que por donde tiene que pasar es exactamente donde le dicta su tronco juncal y su engaño efímero. Es más, Tomás en el campo no se suele aliviar y torea con astados completamente limpios de pitones y en alguna ocasión sin picadores. Una locura, teniendo en cuenta que las placitas de tientas suelen estar lejos de las ciudades, con carreteras tortuosas y con muchas dificultades para un rescate médico. Aunque todo eso parece que ha cambiado tras la cornada de Aguascalientes, y ahora se preocupa mucho más de su seguridad clínica con una UVI móvil que le acompaña tanto a los tentaderos como a las corridas secretas que organiza como ensayo antes de una tarde tan importante. Incluso realiza las mismas rutinas que un festejo normal. Nada al albur de la improvisación para un torero en extremo perfeccionista.

En una entrevista en el Diario La Rioja hace unos años dio algunas claves sobre su personalidad: «Aunque me considero una persona equilibrada y cerebral, cuando llego a ese punto de entrega es muy difícil no dejar que sólo mande la cabeza; es el corazón el que termina imponiéndose». Y también sobre la tauromaquia que persigue: «Concibo la verdad del toreo partiendo de una base en la que el torero ha de darse las menos ventajas posibles frente al toro, intentando hacer las cosas con pureza, y eso implica no perder pasos ni quitarle el engaño de la cara. A veces lo logro y otras veces no tanto». Y es que como le confesó a Sabina: «También tengo miedo, soy un ser humano y he pasado mucho miedo».

Un tipo misterioso

Apenas trasciende nada de su vida más allá de los ruedos. Le gusta mucho la música y está embarcado en un proyecto de unir el cante flamenco de Duquende con las míticas canciones de José Alfredo Jiménez (que adora), un genio de las rancheras, huapangos y corridos que sigue teniendo enamorado al pueblo mexicano a pesar de que hace más de cuarenta años de su muerte, una especie de Gardel mexicano idolatrado por Joaquín Sabina (otro tomasista irredento), Nacho Vegas o Maná. José Tomás es un tipo misterioso, vive alejado de los focos, pero también demuestra su compromiso social con el desarrollo de una fundación que lleva su nombre y que él financia, en la que a través de distintas iniciativas se compromete contra la violencia de género, apoya a estudiantes mexicanos con diferentes becas o se involucra en el estudio de lo que significó la Constitución de 1812. Incluso ha cedido honorarios completos a toreros con graves lesiones medulares o después de firmar el contrato más alto de la historia con la plaza de toros de Bilbao entregó todo el dinero a la Casa de Misericordia, una entidad benéfica y copropietaria del coso bilbaíno. La cornada de Aguascalientes impidió su vuelta a Bilbao, pero las personas que negociaron aquel contrato se quedaron atónitos con la decisión del Príncipe de Galapagar, tal y como es conocido en México el diestro.

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