Jorge Javier Vázquez, sexo, drogas y televisión

Jorge Javier Vázquez está dispuesto a partir la pana del lisiado mercado literario. Y lo que se tercie. Después de una lucrativa primera incursión en el mundo de las editoriales con La vida iba en serio -una novela autobiográfica que ahora ha convertido en un musical a punto de estrenar en los teatros nacionales y que él mismo interpreta-, el presentador de televisión más famoso de todos los tiempos vuelve al ataque con una nueva obra que ha sazonado con todos los sacramentos de un bestseller.

Se trata de una especie de segunda parte en la que el deslenguado icono catódico airea el enamoramiento de su novio -quien participa escribiendo de su puño y letra una infancia endemoniada a causa de un padre mamporrero-, evoca el día en que le fue infiel con otro hombre, detalla sus desmadres con las drogas y el alcohol, y muestra el lado oscuro del éxito. Con claro regusto nostálgico, en Último verano de juventud Vázquez confiesa también su hartazgo de Salvame, fruto de un malestar personal que achaca a la «gran crisis» emocional y existencial a la que le catapultaron los cuarentaitantos. Un libro que suena a katártico en lo personal y también a torpedo editorial manufacturado a golpe de erotismo homosexual, mojitos, un padre/suegro con el cinturón muy largo, fines de semanas pastilleros y la sordidez del triunfo parrillero.

Mientras promociona su nueva novela y celebra su salida de los infiernos, Vázquez se concentra en su debut como actor en los teatros con Iba en serio, junto a Kiti Manver. Mierda. Mucha mierda.