irma cuesta
Sábado, 18 de julio 2015, 03:43
Quién le iba a decir a la legión de paparazzis que cada año por estas fechas toma el país, que la benjamina de la Casa Alba y el galán patrio por excelencia les arreglarían el año. Eugenia Martínez de Irujo y Jose Coronado (así, sin acento) se conocieron hace unos meses gracias al batallón de amigos comunes que ella cosechó en su relación con Gonzalo Miró. Porque, aunque en principio uno crea que el actor y la aristócrata tienen poco o nada en común, los cierto es que la duquesa de Montoro, desde su noviazgo con el hijo de la directora de cine, su último y único gran amor conocido tras su separación de Francisco Rivera, atesora buenas amistades entre los grandes de la farándula. Dicen quienes los conocen que ha sido en un par de encuentros casuales en donde ha saltado la chispa; que una cena aquí, una copa allá, y otra más adelante en el Madrid ardiente de este verano han sido suficientes para que nuestro particular Sean Penn y la hermana del duque de Alba hayan sucumbido a una pasión incontrolable.
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Como a estas alturas más de medio país ya se ha recreado con el testimonio gráfico, es difícil no considerar las pruebas irrefutables: besos inacabables, abrazos tiernos, paseos en moto a la luz de la luna, cenas para dos... y el clásico en tu casa o en la mía, confirman que estamos ante la anaconda del verano.
De momento, un nutrido enjambre de reporteros ya ha abandonado su domicilio para hacerse con un sitio fijo ante las viviendas de los enamorados. De ahí que sepamos que el galán y duquesa ya han pasado la noche juntos en la casa que el actor comparte con su hijo Nicolás en la madrileña calle José Abascal.
Coronado (Madrid, 1957), ya ha roto su silencio para contarnos que está feliz y que «lo tenga que ser será» y ella, aunque no ha dicho ni esta boca es mía, ha recuperado tras meses de duelo la cara de niña pilla. El asunto está, dicen ahora los expertos, en cómo llevará nuestro particular Tenorio el acoso que le espera. Rosa Villacastín, que conoce a la pareja desde hace ya un montón de años, asegura que el verano será la prueba del algodón. «Por mucho que ella esté acostumbrada a llevar a la prensa detrás desde que nació, nunca lo ha asimilado; de hecho, vive un poco obsesionada por ese asedio mediático. Y eso, por no hablar de Coronado, que siempre se ha movido con libertad, nunca ha entrado en el juego y siempre se ha mantenido muy alejado de la prensa del corazón. Seguro que será duro para él sobrellevar todo este montaje. Ahora bien, si lo consigue, lo mismo la historia durará».
La periodista cree que ha sido el aire desvalido que envuelve a la duquesa tras la muerte de su madre, y una buena dosis de coquetería, lo que han enamorado al actor. «Es una combinación perfecta para determinados hombres a los que se les despierta el instinto protector sin poder evitarlo».
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Desde luego, nadie duda de que si hay alguien imbatible en el arte de la seducción, es este señor. Niño bien de Chamberí, macarra en la mili en Torrejón, empresario hostelero, modelo, coreógrafo de moda, actor de teatro, periodista en la tele (no hay que olvidar La noche prohibida con Ivonne Reyes)... y finalmente laureada estrella de cine, Jose acumula una lista interminable de conquistas. Dejando al margen a las que han sido los grandes amores de su vida: Paola Dominguín Bosé, madre de su hijo Nicolás; Mónica Molina, madre de su hija Candela, y la periodista Elena González del Prado, con la que vivió cuatro años, el número de damas que han caído rendidas a los encantos del actor es tan extensa como heterogénea. Desde la modelo Esther Cañadas, a la que pilló recién separada de Mark Vanderloo en 2000, a la ubicua Paula Echevarría cuando aún no era la mujer de David Bustamante ni actriz de éxito, pasando por Maru Valdivieso, que fue quien le arrastró hasta el mundo de la interpretación, o Silvia Abascal. Sin embargo, si hay un romance con morbo en la fértil carrera amorosa del actor, sin duda es el que mantuvo con nuestra tonadillera más popular y controvertida. El atractivo actor coincidió con Isabel Pantoja en el rodaje de Yo soy esa.
Jose, quien de su época de modelo conserva un odio incontrolable a ir de compras y adora caminar descalzo, ha encontrado en María Eugenia la horma de su zapato. Y es que a la joven duquesa siempre le ha ido ese aire hippy-chic que también le sentaba a su madre.
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Dicen sus amigos que la pequeña de los Alba que si la han fotografiado con Coronado es porque no la ha importado que lo hicieran. Según Chelo García-Cortés, aunque a la duquesa solo se la reconocen dos grandes relaciones: la que mantuvo con su marido, el torero Francisco Rivera, padre de su hija Cayetana, y la de Gonzalo Miró, ha tenido otras muchas que no han trascendido. «Cuando quiere sabe muy bien guardar en secreto a sus parejas, de modo que si esta vez les han pillado en la calle solo quiere decir que están locos el uno por el otro y que les da igual que les saquen fotos».
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