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a. castillo/mujerhoy
Miércoles, 25 de marzo 2015, 12:05
Mucho antes de que Edward Snowden la eligiera para ser su cómplice en la revelación del programa de espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA), el reino de los polígrafos, las escuchas y los hackers, Laura Poitras ya estaba en la lista de vigilancia máxima. Se había metido, digamos, donde no debía: primero en Irak, para realizar su documental 'My country, my country', y luego en Yemen y Guantánamo, para el siguiente, 'The Oath'. Ambas incursiones le costaron 40 detenciones en la frontera, con interrogatorios y confiscación de ordenador, notas y móvil.
Así que, cuando el aún agente de la agencia gubernamental contactó con ella para hacerla partícipe de su plan, por correo electrónico y con todas las precauciones, Poitras ya era experta en algo que suena a guerra fría: la criptografía. Esto, sumado a su currículum de documentalista y autora del documental 'The Program', sobre espionaje, la convertía en la candidata ideal para Citizenfour, el nombre cifrado de Snowden, que no quería dejar huella antes de dar el paso definitivo.
Cuando este le pidió que sacara la información a la luz 'pasara lo que pasara', ella ya se había unido a la causa. La citó en Hong Kong, con dos periodistas de 'The Guardian', y allí se vieron las caras durante ocho días. (Más información en Mujerhoy.com)
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