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ARANTZA FURUNDARENA
Sábado, 9 de agosto 2014, 00:37
Si tuviera que existir otra Lady Di, por elegancia y porte aristocrático, esa sería 'Lady Diandra'. A la exesposa de Michael Douglas no le hace justicia la cámara, es infinitamente más hermosa y glamourosa al natural. El jueves por la noche deslumbró, como una actriz de las de antes, durante la cena celebrada en la legendaria terraza de la suite 702 del Valparaíso Palace de Palma, un hotel de cinco estrellas que domina la bahía y en cuyos 40 años de historia ha alojado desde Julio Iglesias al actual presidente chino Xi Jinping... El motivo de la fiesta era nombrar a Diandra 'Mallorquina de Verano', galardón creado por el imparable relaciones públicas Tommy Ferragut, a partir de una ocurrencia del fotógrafo Bernardo Paz. La broma derivó en asociación y sus premios ya van por su segunda edición.
Diandra ha recibido el suyo, de manos del director del hotel, Toni Ferrer, por su vinculación con la isla desde su infancia, su participación activa en la conservación de la maravillosa Sierra de Tramuntana y su apoyo a las tradiciones y a la cultura mallorquinas. Desde que se separó de Michael Douglas, en 1997, en uno de los divorcios más caros de Hollywood, la 'ex' del famoso actor disfruta durante medio año, gracias a un salomónico reparto, de su espectacular finca de S'Estaca, situada en Valldemosa y en cuya piscina fueron 'cazados' con teleobjetivo su marido y Catherine Zeta-Jones en acaramelada actitud. Hija de diplomático, Diandra llegó a Palma por primera vez con solo dos años, y fue ella quien le contagió a Douglas su amor por la isla. «Mallorca nos ha dado un poco de cielo», dijo (en sintonía con las recientes declaraciones del Rey), al recoger su trofeo, una palmera de vidrio soplado y considerables dimensiones de Gordiola, y un 'Mallorkit' con sobrasada y flor de sal d'es Trenc.
Diandra asistió a la cena con su hija menor, una rubita de nueve años llamada Amara, a la que adoptó en Kazajistán. La acompañaba también un reducido grupo de amigos. En la entrevista que concedió a este periódico no quiso hablar de su actual situacion sentimental. «Prefiero dejarlo en el ámbito privado». Sí se refirió en cambio al dolor que le supone tener a su primogénito, Cameron Douglas, en la cárcel por tráfico de drogas. Ya divorciada del actor, Diandra tuvo gemelos, dos niños que ahora tienen diez años y medio. «Cada dos fines de semana recorro casi 1.500 kilómetros con mis tres hijos para visitar a Cameron en la cárcel. Yo tengo fe en su total recuperación. ¿Cómo no voy a tenerla? Soy su madre y creo en él más que nadie». Pero no está de acuerdo con la política de su país sobre drogodependientes. «En Estados Unidos los criminalizan, cuando una adicto es un enfermo. Ojalá dedicaran más dinero a la prevención. En las cárceles hay mucha droga -dice en referencia a las recaídas de su hijo- pero yo creo que Cameron ya ha pasado lo peor. Le veo más animado».
Diandra recuerda que su madre solía decirle: «Gran vida, grandes problemas, pequeña vida, pequeños problemas». Y lo cierto es que en sus 58 años ha conocido el paraíso y el infierno. Su último litigio con Douglas se produjo cuando ella le reclamó el pago de los derechos de una película. La demanda coincidió con la impactante noticia de que el actor padecía cáncer de garganta. Diandra ha contado que por esa época «le llamé dos veces y me colgó el teléfono».
El jueves, en Palma, confirmó que ha decidido retirar la demanda, «y no pienso volver a activarla, porque no me gusta pelear». Como ella dice, «después de 22 años de matrimonio y con un hijo en común, tenemos que mantener una relación civilizada, aunque solo sea por el bien de Cameron».
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