SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Martes, 14 de septiembre 2021, 01:43
«El 90% de lo que ahorran las mujeres se reinvierte en salud, alimentación y educación y eso revierte en la comunidad. O sea, dar trabajo a las mujeres es hacer crecer la comunidad». La argentina Narda Lepes, distinguida como Mejor chef latinoamericana del año según 50Best, puso en valor ayer el papel de la mujer en la sociedad, un papel que, dijo, no solo no está valorado sino que en el caso de las que viven en el medio rural, «dedican hasta 14 horas al día a trabajos no remunerados». Las cifras lo dicen todo: las tres cuartas partes de los trabajos no remunerados del mundo lo hacen las féminas. Y para hablar de la relación y la relevancia del trabajo de la mujer en el campo, la argentina partió de la mandioca, una planta que crece fácilmente, es el cuarto carbohidrato más consumido en el mundo y constituye el alimento básico de mil millones de personas. No existe esa percepción, aseguró, porque «en su mayoría, esas personas son de países pobres», dijo Narda Lepes, que matizó que «el 80% de lo que comemos proviene de la agricultura familiar y el 50% de la fuerza de trabajo con mujeres».
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Para quienes consumían la mandioca, siempre fue una planta plenamente femenina. «Visibilizar la mandioca es poner en valor a la mujer y el trabajo en comunidad. Hay lugares donde se regalan semillas a hijas y nueras», explicaba. Existen 300 variedades y algunas, por el aislamiento geográfico y el tipo de suelo, son más amargas y tienen toxinas venenosas. «La tóxica puede hacerse comestible de una manera manual». Precisamente, una de las reivindicaciones de Lepes se centró en la necesidad de crear un mayor interés hacia este producto, siempre identificado con las gentes más pobres, pero que ha estado y está presente en las mesas de muchos.
Lo que necesita la mujer rural que trabaja con la mandioca es «maquinaria pequeña, infraestructura de mercado y difusión de lo que hacen, tener visibilidad con este producto que es espectacular hervido, frito y tiene muchas posibilidades». La chef relató que la relación entre mandioca y mujer la conoció a través de libros que su abuela regaló a su padre. «Los platos de mandioca se comían en la cocina, no se servía en una mesa porque venía del campo y no se mostraban. Eso empezó a cambiar cuando Latinoamérica empieza a mostrarse orgullosa de lo que posee. Pero crece en lugares muy pobres y la innovación es muy escasa», lamentaba.
En Vietnam le contaron que durante la guerra sobrevivieron comiendo mandioca hervida con una mezcla de chile, y se instaba a las mujeres a cultivarla. «De toda la producción de agricultura que comemos solo el 15% es propiedad de las mujeres, pero el 50% del trabajo lo es», insistió en denunciar. Por ello, cree que «lo que se necesita es que cuidar el conocimiento sobre un producto que resiste, que no se lo comen las alimañas, que no te lo roban. La mandioca acompaña a guisos múltiples, platos que las mujeres hacen para subsistir y generan ingresos en las familias. Platos con gran riqueza cultural, que genera comunidad, y sustento para esos pueblos». Una charla que estuvo acompañada, como no, por la elaboración de varios platos a base de mandioca de la mano del chef Martín, de su equipo.
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