Quique y Pepe, de Ron Bar Blanco (Cangas del Narcea), con su madre Engracia Linde. J. SIMAL

Una tradición marcada por ellas

El legado de mamá ·

Las madres asturianas han sido clave en una particularidad regional: la abundancia de sagas en la hostelería. Estas páginas van por ellas porque el domingo es su día

Jueves, 28 de abril 2022, 12:15

En la hostelería asturiana abundan los establecimientos que han crecido y evolucionado parejos a una misma familia. Muchas son las sagas que con los años han difuminado la línea que separa el negocios de la vida privada convirtiendo los restaurantes, bares y casas de comidas ... en algo así como un miembro más de la familia.

Publicidad

Miguel Ángel de Dios, El Bodegón de Teatinos (Oviedo). PABLO LORENZANA

«Si tuviera 20 menos, seguiría al pie del cañón»

Rosario Fernández Uría mantiene todo el tesón que le hizo en 1981 abrir una casa de comidas en Oviedo y defenderla hasta que se jubiló hace once años. Entonces dejó el testigo al hijo, a Miguel Ángel de Dios, que sabe que su madre, «si pudiera y tuviera 20 años menos, seguiría al pie del cañón».

El Bodegón de Teatinos se inauguró en la calle de Bermúdez de Castro en 1981. Lo hizo en un local que desde 1955 se había dedicado a la venta de vinos, llegando a comercializar 2.000 litros a la semana. «En el 81, mi padre, que tenía amistad con el antiguo propietario, decide coger ese negocio y mi madre pasa a asumir los fogones, estando mi hermano también». Fue entonces cuando aquel espacio cargado de barricas y porrones de vino pasó a ser una casa de comidas.

Hoy, en la calle Puerto San Isidro desde hace dos décadas, sigue dominando la cocina tradicional con los callos como especialidad. «Incluso a día de hoy la gente de la cocina todavía llama a mi madre para consultarle alguna duda o pedirle algún consejo de elaboración», explica De Dios, quien se encarga de la gestión de este y otros negocios, desde la cocina a la sala pasando por las comandas.

No hay zona ni estilo de local en Asturias que se escape a esta característica, la cual, por cierto, no se da con tanta vehemencia en otras zonas del mapa.

Ángela Pérez y Blanca Menéndez y Mayte Álvarez, de Casa Emburria y Casa Lula (e Crucero, Tineo) PALOMA UCHA

«Ellas fueron nuestras maestras»

Son dos negocios, pero sus historias han ido parejas no solo porque sea una calle la que los separe, sino porque las vidas de sus responsables han ido de la mano. En 1893 abrió Casa Emburria con Pilar y Manolín Emburria; Casa Lula lo hizo a mediados de los 20 del pasado siglo. Ahora, Ángela Pérez –cuarta generación– lleva las riendas del primero, y Mayte Álvarez y su hija Blanca Menéndez –tercera y cuarta– las del segundo.

Las dos son nueras de guisandera. Con sus suegras, «nuestras maestras», y otras mujeres de la región fundaron, en otoño de 1997, el Club de Guisanderas de Asturias. Ahora, el pote, las manos de cerdo con langostinos y la lengua estofada, por citar solo algunos, son su mejor carta de presentación.

Ángela Pérez nació en Llamas del Mouro y pronto supo que lo suyo era la cocina. Conoció a 'Manel' Arias, propietario, junto a su madre, 'Tilina', de Casa Emburria. Mayte Álvarez, praviana de cuna, conoció a su hoy marido, Álvaro, mientras estudiaba Económicas y aunque su madre le heredó varias enseñanzas culinaria, fue 'Adina' la que cimentó lo que hoy defiende en Casa Lula.

Las madres asturianas han tenido y tienen una función protagonista en esta particularidad regional. Ellas se liaron la manta a la cabeza a la hora de llevar la batuta del negocio, normalmente compartida con su marido, y cimentaron la base para que las generaciones venideras continuaran el oficio.

Quique y Pepe, de Ron Bar Blanco (Cangas del Narcea), con su madre Engracia Linde. J. SIMAL

«Está jubilada, pero no la consigo sacar de la cocina»

Engracia Linde y Pepe Ron cogieron el traspaso del Bar Blanco en 1959, un espacio abierto «ya en la guerra, que fue bodegón y farmacia militar antes que bar», cuenta el heredero de sus fogones, Pepe Ron. Juntos abrieron un negocio «muy adelantado a la época, donde se servía caza, carabineros y hasta angula» resultado de los años que el patriarca pasó trabajando en una marisquería de Madrid.«Nosotros nacimos y nos criamos aquí. Es lo que tienen los negocios como estos, que los vives muy de cerca desde siempre», cuenta Pepe Ron quien, como sus hermanos, se responsabilizó muy pronto a raíz del fallecimiento del padre a los 44 años. Ahora, él está en la cocina y Quique, en la sala. «Mi madre está jubilada, pero no la consigo sacar de la cocina; hace la comida del personal o se sienta en una silla y nos ve hacer. El médico me recomendó que la dejara o no podría con la pena».

La importancia del legado familiar, de mantenerlo y evolucionarlo para adaptarlo conforme a los tiempos, fue tarea de los hijos e hijas que, además, mamaron el oficio desde niños y, muy jóvenes, tomaron la determinación de continuarlo. Con más reconocimiento si cabe porque les tocó lidiar con una revolución gastronómica sin parangón que cambió el oficio y aún no ha tocado techo.

Eduardo Juanes y Maite Corral, El Sauco (Gijón). DAMIÁN ARIENZA

«La hostelería fue una casualidad en mi familia, pero de las buenas»

La hostelería apenas se había cruzado en el camino de Pablo Juanes y Carmen Pérez cuando, en 1977, deciden abrir un local en lo que hoy es el Barrio de la Sidra. «Fue una casualidad, pero de las buenas», cuenta su hijo. Ambos nacieron y se conocieron en Fuentesaúco (Zamora). Él, antes de instalarse definitivamente en Gijón, pasó por Madrid, donde trabajó brevemente en el restaurante El Abuelo, y Alemania. Juntos abrieron un local de 100 metros cuadrados donde unieron su espíritu zamorano con la gastronomía asturiana típica. Hoy, su hijo Eduardo regenta un espacio que ha multiplicado por seis su espacio. «Me gusta pisar firme, crecer, pero sobre seguro», cuenta quien cogió la batuta del negocio a raíz de que su padre falleciera a los 57 años.

Es de elogiar haber sabido renovar el legado recibido de su familia sin romper con lo hecho por los antepasados. La involucración de los jóvenes no hace más que perpetuar el legado de las mayores, de mujeres que hicieron mucho. El domingo es el Día de la Madre, sirva esto como homenaje 'gastro'.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad