La historia de EcoAstur empieza con una cooperativa. Producían en la huerta de Pruvia (Llanera) lo que luego vendían en mercados cercanos hasta que la posibilidad de abrir un puesto en el recién rehabilitado Mercado El Fontán les asentó en el corazón de Oviedo a ... mediados de los 90. Ahí sigue EcoAstur, la tienda que hoy regentan Ana Abeledo y su hija, Andrea Yáñez, cuya superficie ha ido creciendo con el tiempo igual que lo ha hecho el conocimiento del consumidor para con lo ecológico, que es lo que defienden.
–¿Por qué apostaron por lo ecológico ya en el origen?
–Fue porque el hijo de unos de los que fundaron la cooperativa, que era médico, se lo sugirió a sus padres. Tenían fincas en Pruvia y el hijo les planteó convertirlas en ecológico porque era mucho más sano al tratarse de plantaciones en las que no se aplican pesticidas ni abonos químicos. Lo hicieron y empezaron vendiendo lo que cultivaban en mercados de Asturias hasta que en 1995 abrieron un propio puesto en El Fontán. Yo, aunque soy gallega, me vine a Asturias con mis padres con 15 años y, buscando trabajo, empecé aquí en 2001.
–¿Qué lugar ocupa lo ecológico hoy en día?
–Ha dejado de ser anecdótico; lleva sonando ya unos años, aunque en Centroeuropa lleva mucho más tiempo.
–¿Tanto como para que el cliente ya sepa lo que lo diferencia de lo convencional?
–Un porcentaje alto ya sí lo entiende porque hoy en día tenemos toda la información que queramos al alcance de la mano. Sigue habiéndolos que preguntan porque lo desconocen, pero la mayoría decide probarlo y se queda porque comparte la filosofía y entiende que lo ecológico es salud y sabor. También hay un porcentaje de desconfiados, que no se lo creen ni aunque tenga la certificación.
–¿Qué avala estar inscrito en el Consejo de la Producción Agraria Ecológica del Principado de Asturias (Copae)?
–Cumplir las normas. Nos hacen inspección una vez al año y ahí les tenemos que enseñar todas los albares, revisan el etiquetado y, en ocasiones, se llevan algún producto al azar para analizarlo en el laboratorio, igual que hacen en las fincas o granjas, con el objetivo de vigilar que se cumplan las normas y no haya engaños.
–Le confunde que se vendan, por ejemplo, tomates ecológicos cosechados en Francia...
–Las tiendas pequeñas trabajan producto de kilómetro cero. Prefiero no tener tomate a traerlo de fuera porque la sostenibilidad medioambiental va unida, por eso no tenemos nada que no sea nacional y si es de kilómetro cero, lo prefiero.
–Vamos, que hay comunicación directa con los productores.
–Sí, y es otra ventaja. Muchos de los que están en 'eco' en Asturias ofrecen visitas a sus instalaciones para mostrar cómo trabajan.
–¿Por qué el interés en los últimos años ha sido exponencial?
–Porque estamos en la época de cuidar la salud. Durante la pandemia no solo vimos un aumento en las ventas online, también en las entregas a modo de regalo para personas que estaban confinadas.
–La industria ya se ha subido al carro. ¿Cómo afecta al pequeño comercio especializado?
–Afecta mucho, porque el volumen de compra de un supermercado es muchísimo mayor que el de una tienda pequeña, y este es el que marca el precio, por lo que no podemos competir. Es imposible; nosotros compramos los artículo al precio que ellos lo venden. Y ya no hablamos de marcas blancas, si fuera posible ir a algún sitio a pedir que nos hicieran algo, seguro que ya lo hubiésemos hecho.