Comer en Asturias

La Guía Repsol distingue con sus soletes a ocho restaurantes asturianos  

Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la publicación actualiza el elenco de establecimientos que brillan con luz propia e incorpora ocho establecimientos asturianos en los que abandonarse al disfrute. De Lastres a Quirós y de Somiedo a Ponga en una sabrosa y acogedora ruta que no olvida Llanes, Allande o Cangas del Narcea.

La caza y el buen guiso se dan la mano en un restaurante familiar de los de toda la vida y con menú del día por 11,5 euros. Al calor de sus paredes de piedra, en Barzana de Quirós, los comensales disfrutan voraces de sus generosas raciones. Son bocados imprescindibles el tradicional pote de castañas, receta de origen medieval , y el pastel de jabalí. Destacan también su fabada, el cabrito y la tarta garrucha. Cualquier elección es buena.

Ubicado en la plaza del Ayuntamiento de Pola de Somiedo, los orígenes de Casa Miño se remontan a 1972. La ambiciosa reforma del local acometida en 2020 por Herminio Cano e inaugurada días antes de la pandemia mantuvo inalterable la esencia del negocio que, mano a mano, sacaron adelante sus padres: cocina tradicional y exquisito servicio a los clientes. Sus finísimas cebollas rellenas son gloria pura.  

De nuevo la tradición manda en la mesa y despierta la pasión de los comensales. Para los devotos de la cuchara, no hay mejor opción que el menú diario, a 15 euros, y que incluye una sabrosa fabada, el suculento pote y varios cocidos de altura. El cabrito, la carne de caza o el pitu caleya son otras de sus especialidades más conocidas. Es recomendablea cudir con hambre.  

Caxa Xico abrió sus puertas en 1904 y ya suma su quinta generación al otro lado de la barra.  Ubicado en Mestas de Ardisana, el bar de pueblo ha mutado pero aún apuesta por el producto local, desde las verdinas a los tortos de maíz de cosecha propia. Ambos constituyen, de hecho, las dos especialidades del local, la fabada de verdinas con pantruque y los tortos con huevos y chorizos. Un restaurante auténtico. 

Las vistas de su impresionante terraza justificarían, por si mismas, la visita a un restaurante que a lo largo de los años ha acogido proyectos gastronómicos muy dispares y no siempre igual de exitosos. Desde 2021, Clara Roza y Felipe Pedrayes lo enriquecen con su atención en sala y una cocina de inspiración marinera. Producto fresco del Cantábrico y huerta de cercanía.  «Una experiencia casi idílica», señala la guía Repsol, «en el precioso Lastres».

Todo lo que te hayan contado de La Nueva Allandesa se queda corto. Más de sesenta años de trayectoria lo convierten en uno de los grandes restaurantes del Occidente que no deja insatisfecho –ni hambriento-a nadie. La pota se queda en la mesa y aloja un inolvidable pote de berzas con huesos de butiello o unas garbanzos con callos para el recuerdo. También son imprescindibles el pastel de morcilla, el pudding de verduras o el repollo relleno. 

Un paisaje más propio del lienzo que de la agreste naturaleza, tradición, cocina a fuego lento y sabor auténtico. En lo alto del Paraíso Natural, al pie del Cueto de Arbás y a escasos metros de la Estación de esquí Valle de Laciana – Leitariegos, se trata de un lugar donde disfrutar de platos con entidad: un pote asturiano campeón, los embutidos caseros a la lengua estofada o la caldereta del pastor.

«Grandes recetas sin grandes alardes, elaboradas a fuego lento y con mimo». En el llanisco Leypon definen así, sin ambagajes, su propia oferta gastronómica, que convierte la cocina honesta con detalles contemporáneos en su leit motiv. De las verdinas con marisco y la fabada asturiana o el revuelto de sabadiego a las migas de borona con foie y huevo, el tomate relleno de brandada y cremoso de ajo blanco o el pulpo braseado con boletus y crema de patata trufada.