Pablo Arques, de la quinta generación de Verdú. José Simal
PREMIOS AGROALIMENTARIOS DE EL COMERCIO

Un siglo y varias décadas endulzando Navidades y veranos

Trayectoria. Heladería F. Verdú ·

Replica recetas centenarias sin renunciar a actualizarse y conquistar el futuro desarrollando nuevos productos

Domingo, 29 de septiembre 2024, 11:31

La historia de Federico Verdú, paraíso artesano colmado de exquisitos dulces navideños y gustosísimos helados, se remonta 142 años atrás. Fue entonces cuando la familia abandonó Jijona para asentarse en un lugar de nombre similar aunque muy distinto. E hicieron lo que mejor sabían: turrón.

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Gijón terminó por convertirse en su casa y cinco generaciones después siguen replicando fórmulas para repartir felicidad en bocados. Las recetas –trasladadas de padres a hijos, nietos o sobrinos– no han variado desde el origen, pero sí se han incorporado nuevos productos, sabores y formatos porque el respeto reverencial al pasado no implica permanecer anclado a él.

«Hay que innovar y mirar al futuro», asume con naturalidad Mari Ángeles Arques, quien ha comandado las últimas décadas del negocio junto a su hermano Francisco, cuyo hijos, Pablo y Laura, se criaron replicando en plastilina las figuritas de mazapán y han recogido ya el testigo. A pesar de haber cedido el mando a sus sobrinos, continúa en el mascarón de proa pues el obrador es ya su vida.

Una vida en la que ha habido renuncias, como las Nochebuenas apenas celebradas por extenuación o los veranos de clausura produciendo helados que despiertan sonrisas ajenas. Nunca les ha costado. Las vacaciones las gastan entre enero y marzo, cuando vuelven a Jijona, localidad que ha repartido maestros turroneros por toda la geografía española y que se reencuentran los meses de temporada baja. Muchos tienen el corazón dividido, como la empresaria. «Para los de aquí, soy la de Jijona –donde nació– y para los de allí, la de Gijón», bromea.

De allí y de aquí obtiene una materia prima diferencial. Los helados los elabora con leche fresca procedente de las granjas asturianas, la nata procede también del Principado y las almendras marconas de su tierra natal, donde también obtiene una deliciosa miel de azahar o de romero.

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Los turrones los elaboran todo el año y en el estío los venden fundamentalmente a turistas. Algunos llegan a la tienda a propósito y otros confundidos. «Esto es muy típico de aquí, ¿verdad?», preguntan. Toca explicarles que están en Gijón y no en Jijona, pero que por suerte han dado con un reducto de Levante que perpetúa la receta allí acunada.

Anécdotas hay muchas. Una, por ejemplo, fue la visita de Gunilla von Bismarck, a la que le sirvieron un helado inmenso. Tan grande era, que prácticamente ocultaba su rostro y ella, presumida hasta la médula, decía: «¿Pero esto qué es? ¿Es protagonista el helado o yo?». Las vivencias se acumulan y el balance es sin duda positivo; al fin y al cabo, sus productos se han convertido en parte de la ilusión navideña. Y, de repente, llegan clientes venidos de Argentina o de otros países y les hablan desde la morriña de las tortas de turrón que comían de niños, antes de habitar en tierra extraña.

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Toda la vida, explica Arques, enviaron paquetes al extranjero. Los recibían quienes querían sentirse un poco más cerca de casa durante las fiestas. Ahora todo es más fácil gracias a su tienda 'on line'. Quien iba a decir a la familia, 142 años atrás, cuando vendían en los soportales y ni siquiera tenían una tienda propia –tampoco vendían helado, placer que llegaría dos décadas después– que sus productos viajarían alrededor del mundo. Quizás entonces su deseo era el mismo que el de María Ángeles. Permanecer abiertos otros 140 años más.

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