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Villabona tiene tren pero no tiene tranvía. Ni falta. Acercase resulta fácil, rápido y cómodo para la gran masa de asturianos que vivimos en la denominada Área Metropolitana, el ochenta por ciento más o menos del total. Podría creerse que Oviedo, Gijón, Avilés y sus flancos, dada la densidad demográfica, forman una barriada interminable, pero entre medias sigue habiendo más bosques, praos, xatos, gochos, caleyes y jabalíes que vecinos. Y aquí, centro del centro, en pleno concejo de Llanera (que no siempre hace caso a su nombre) y desde la terraza merendero de La Vega, la suavidad de las verdes laderas enmarcan fiestas y siestas por igual. Y no nos equivocamos: el verano pasó, las romerías acabaron, pero magüestos, sidra dulce y tiempos d Avientu nos rondan a pesar de que los desastres naturales geográficamente ajenos, humanamente compartidos, golpeen el ánimo.
Dirección: La Vega, 4, Villabona (Llanera)
Teléfono: 985 77 90 13
Encargados, sala y cocina: Francisco Álvarez Alonso 'Fran, Marta Rodríguez, Aitana Álvarez Rodríguez, Rodica Florica Sipol
Web: sidrerialavega.es
La Vega, chigre pleno, suma casa, bar, comedor acristalado, antojana de estares y bienestares, y hórreo; además lo circunda en parte el Frade, arroyo por el que nadan patos, gansos y ocas. Lo fundó, pronto cumplirá sesenta y cinco años, José Aurelio, o más exactamente sus padres, y ejerció de bar-tienda: «Aquí venían los parroquianos a llamar o recibir llamadas (tuvimos el primer teléfono del pueblo), a enviar cartas, a gestiones con el ayuntamiento, a ver la televisión; funcionamos como centro de ayuda y unión», resume José Aurelio, jubilado de activísima vida.
Su hija Marta casó con Fran, hijo de hosteleros belmontinos y futbolista profesional en el Castilla, el Toledo, el Granada o el Sporting B. Dejado el balón eligió, por esposa y antepasados, el fogón, que amplió y mejoró año tras año preservando abundosos potes, fabes, repollos rellenos, cachopos, corderos a la estaca, cabritos, callos o carrilleras, todos cantos de sirena capaces de oírse muy lejos.
Ingredientes.
500 gramos de arroz. 1/2 conejo troceado. Ajo. Pimiento rojo. Perejil. Cebolla. 1 litro de caldo natural de carne o ave. Pimientos del piquillo. Azafrán. 1 chorro de aceite de oliva. Sal.
1. Picamos muy pequeño el ajo, la cebolla y el pimiento.
2. El conejo lo cortamos por los juegos; previamente se serenará unas horas adobado con ajo y perejil.
3. Al iniciar la preparación, salteamos en una cazuela con aceite de oliva los trozos de conejo, dándoles vueltas hasta que doren; entonces los retiramos y reservamos.
4. Seguidamente, en la cazuela del conejo y aprovechando el aceite y grasa del dorado, agregamos el picado de ajo, cebolla y pimiento.
5. Dejamos que sofrían lento hasta que queden tiernos.
6. Echamos encima el arroz y revolvemos: que quede impregnado del sofrito.
7. Vertemos lentamente el caldo de carne o ave mientras movemos por las asas, y espolvoreamos el azafrán.
8. Repartimos encima los trozos de conejo y avivamos el fuego hasta que bulla.
9. En cuanto comience a bullir, lo bajamos al mínimo y esperamos a que el agua deje los granos melosos, terminando con un par de minutos a fuego fuerte si deseamos mayor evaporación.
10. Dejamos que repose tres o cuatro minutos antes de servir.
Rodica, rumana ortodoxa (en guisar a la asturiana) afina virtudes, mientras Marta y Aitana, la hija mencionada y la joven nieta (que seguirá destinos profesionales con menos ataduras una vez termine estudios) completan esa vinculación familiar tan positiva cuando el guiso de tradición impera. E impera la pera.
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