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No es tema de esta reseña hablar de Siria, su guerra y sus refugiados, otra constatación de que el siglo XXI nos está saliendo bastante torcido. Señalemos únicamente que Akit es kurdo, pueblo multinacional con persecución también multinacional, mientras Mohamad lleva sangre árabe y sufre ... iguales circunstancias.
Dirección: Eleuterio Quintanilla, 68 - Gijón
Teléfono: 624 90 56 77.
Encargados: Akit Shikh Osman y Mohamed Shouman.
Web: https: //restauranteugarit.com
Los siríacos –sunitas, chiítas, azeríes, drusos, ortodoxos, católicos– vivían en paz bajo el mismo cielo y sobre la misma tierra, pero en fin, todo cambió para horror de los inocentes. Entonces, Akid y Mohamad decidieron, igual que miles (cientos de miles) de compatriotas, emprender viaje hacia Europa, y la difícil trayectoria finalizó gijonesa. Peritos en mecánica y calderería, aparte de sus profesiones –macánico, tornero, soldador– quisieron ofrecer sus sabores mediterráneos y abrieron una tienda y un restaurante con el nombre de Ugarit, ciudad que en el siglo XV a. C. dominó el Mediterráneo e inventó nuestro actual alfabeto.
Ingredientes para cuatro comensales: 2 berenjenas, 2 dientes de ajo, 1 limón (su zumo), 3 cucharadas de tahini (pasta de semillas de sésamo), 1 yogur. 1 ramín de perejil. Aceite de oliva.
1. Bien lavadas, y sin pelar, asamos las berenjenas en el horno precalentado muy fuerte, en una plancha o directamente sobre el fuego;este método proporcionará un agradable toque. 2. Arrancamos, pelamos y retiramos la piel, y tras limpiar todo resto partimos la carne en dos mitades. 3. Con tenedor y presión aplastamos la carne asadahasta dejarla convertida en puré grueso. 4. Toca entonces añadir el tajini, el yogur, el zumo de limón, el ajo machacado y la sal. 5. Lo mezclamos y revolvemos hasta obtener un ligado perfecto y, por tanto, una crema entre suave y densa. 6. La colocamos y servimos en un cuenco vertiendo en el centro un hilo de aceite de oliva. 7. También adornamos y enriquecemos su superficie con picado de perejil y pimentón.
Ugarit restaurante, junto al parque de La Serena en el cuadriculado Llano de Arriba –donde había pomaradas hay ahora manzanas, y donde había cuadras otro tipo de cuadras– abre un frente acristalado que inunda de luz natural los interiores, ofrece cerveza de caña y de bote (¡viva la lectura liberal del Corán!) y de manera simpática y cálida, además de las pipas de agua, sasha o narguile, sabrosa y menos tóxica alternativa al tabaco, la carta trae nombres tal vez antaño exóticos, y hogaño petición y presencia nada extraña: ensalada de repollo, mutabbal y hummus (uno crema de berenjenas asadas, otro de garbanzos con tajini y limón, ambas deliciosamente aliñadas), pollo al estilo siriaco, costillas de cordero o ternera aromatizadas por quienes dominan las especias del bazar a la mesa, tauok o brochetas de pollo adobado, yalanji u hojas de parra rellenas de arroz y verduras, dulces amielados y –abreviando– las aportaciones de un país que vio nacer el cristianismo y el islam, que alza grandes castillos templarios y mezquitas de altos minaretes, crisol de culturas y gentes que, mientras espera mejores destinos podemos saborear a pie de casa.
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