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Santo Adriano, un concejo que muchos asturianos no sabrían ubicar con exactitud, es el encargado de que, definitivamente, los últimos paisajes urbanos de Trubia se conviertan an garganta del río homónimo. La carretera curvea por una garganta cada vez más alta, los bosques tapizan laderas, y las estribaciones del Aramo y las Ubiñas dibujan un horizonte cumbrero que de los recorridos casi exclusivos por parte de lugareños, montañeros y excursionistas, atrae verano tras verano a más visitantes de cualquier parte del mundo, milagros de las películas y reportajes, de las vistas captadas por drones, y –de sustancia y base– de una geografía asombrosa. Pues por esa carretera mágica, camino de Proaza dejamos atrás la joya prerrománica de Tuñón y el arranque del desfiladero de Les Xanes, circulamos paralelos al viejo tren carbonero, ahora Senda de Oso, y en el lateral nos sale al paso, moderno y colorista, un edificio de empresas que inicia plaza. Al otro lado la cierra nuestra visita de hoy, edificio de piedra con los vanos rodeados de ladrillos, tal cual diseñara la arquitectura industrial del siglo XIX, y de fondo queda el hotel.
Dirección: Carretera AS-228-Km. 12. Villanueva de Santo Adriano.
Director: Queco Currás
Cocina: Carmen Moreno.
Teléfonos: 985761472 /691046680.
Web: elsabil.net
La plaza da para zócalos de terraza con sombrillas protectoras, y el interior reparte paredes de piedra, descargas de ladrillo, vigas y techo de madera, caxigalines curioses y, rey de la comarca, hasta un oso de tamaño natural. Queco gobierna. Carmen cocina. El pote de castañas, receta ancestral que nos ofrecen en su máxima puridad, castañas y compango con el delicioso caldín de la cocción, merece por sí solo el viaje. Por no hablar de los tortos, del jabalí, del repollo relleno, del bacalao con pisto (que el bacalao es pescado de montaña) o de las hamburguesas de vacuno. Y de la fabada, el pote, el picadillo y las setas.
Para 4 comensales. 1 kilo de castañas peladas y secas. Para el compango: 2 chorizos, 3 costillas de cerdo, 3 trocinos de tocino. Para el refrito: 100 ml. de aceite, 3 dientes de ajo, 1/2 cebolla picada muy pequeña, 1 cucharadina de pimentón, sal.
1. Peladas por completo, luego libres del cuero y la subsiguiente piel interior (cada cual con su método)nos aseguramos de que las castañas estén bien secas, por ejemplo al calor de la lumbre. 2. En una sartén elaboramos un sofrito con un chorrín de aceite de oliva virgen donde doramos el ajo y la cebolla. 3. En cuanto doren, añadimos el pimentón, normalmente dulce, aunque una punta de picante añade alegría. 4. Para entonces habremos echado en una cazuela con agua hirviendo las castañas, asegurándonos de que queden bien cubiertas. 5. Tras un nuevo hervor, las acompañamos del compango (chorizos, costillas, tocino de cerdo y el tocino). 6. Y vuelto el hervor agregamos el sofrito. 7. Por último, con el fuego alto, reanudada la cocción, bajamos la potencia al mínimo, y dejamos que continuen haciéndose entre cincuenta minutos y una hora, cuidando no lleguen a deshacerse. (Nota de El Sabil: los tiempos, terneza, consistencia y sabor dependen del tipo y procedencia de las castañas, por eso nos aseguramos nuestro particular suministro).
Queco, que pasó parte de su vida en Gijón, parte aquí, cuna reposo de su madre, además de encargarse de que todo nos siente bien, desde la llegada a la tertulia, organiza conciertos y otras actuaciones: antes de la hostelería tenía por oficio el diseño gráfico, y a El Sabil, parte por parte y en conjunto, no le falta detalle.
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