Restaurante El rincón de Fufo

Un islote en el corazón del viejo Grado: galerías y restos de huertas. Entre plazas, y entre siglos, el restaurante se acristala e ilumina fuera de ruidos y trasiegos, ocupando un pintiparado rincón trascorralescon vistas urbanas decimonónicas y terrazas anteriores y posteriores que incluso protegen jaimas. Luz, geometrías limpias, comedores a diferente nivel que tienen a la barra vinatera y cafetera por recepción y parada. ¿Cocina? De aquí y de donde los parroquianos prueben y aplaudan. Esferas de paté de cecina con quenelle de manchego y mermelada de olivas; alcachofas con crema de patata y jamón en reducción de vino tinto; cachopo de jamón ibérico y queso de Pría; pan bao relleno de cerdo aliñado; patatas gajo con cebolla cajún; rolls de lechazo con naranja y polvo de canela; garrote relleno de rabo de toro y kimchi; hamburguesa de black angus con manchego, bacón y salsa de curry y mango...

Se parte, pues, del famoso mercado local, y siguiendo la estela de Ramón Areces o Valentín Andrés, se abarca el mundo, sea Corea, sea Luisiana, sea el trópico que decora una pared y llena de casonas la villa. Un riesgo y un acierto protagonizado por el entusiasmo de dos moscones que comenzaron trabajando locales de copas y terminaron abrazando, desde ellos mismos, la cocina sin fronteras. Una cocina que también abraza al comensal que la descubre.

Crucero o humilladero del barrio de La Cruz. En pleno Camino primitivo, creación de Alfonso II, abierto y cabalgado por Alfonso III, y a la salida de Grado, encontramos una inmemorial cruz de piedra, crucero o humilladero, para persignarse y continuar hasta San Xuan de Villapañada, que tuvo y tiene albergue. Hubo bastantes así pero quedan pocas, y no está de más respetarla para conjurar peligros camineros.

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