Restaurante El Alto-Casa Carmen

Gozo y capricho ofrecía y ofrece Casa Carmen, que permanece viva, activa y atractiva, donde el parroquiano sabe que comensales procedentes de León, Valladolid, Madrid, incluso Bilbao o San Sebastián, asisten habitualmente. Igual que equipos como el Atlético de Madrid, el Celta de Vigo o el Estudiantes.

¿Virtudes? Las esperables, especialmente tras conocer a los hermanos Jorge y María Emma, fibra y espíritu de este chalet acristalado, con dos plantas, comedores espaciosos, amplia terraza cubierta y mesas de práu y aire libre. Hijos de los fundadores, jubilados sus hermanos y colaboradores José Manuel y María Amelia, saben que tras ellos, con los hijos siguiendo carreras alejadas de los requerimientos hosteleros, vendrá el cambio, y hasta entonces no piensan aflojar alturas.

La fabada, con fabes de Luarca, el pote ricamente acompangado, el uso en solitario o guiso de almejas de Carril, el cremoso cachopo archiduque con su salsa borgoñona de champiñones, el bacalao a la madrileña siempre con lomos reserva salados y aireados, la merluza carmenchu que lleva salsa de langosta y almendra molida (luego hablaremos de la autora), los escalopines al cabrales (estamos en uno de los primeros lugares que los preparó, sino el primero, lo que también se rumorea de les fabes con marisco) componen una cocina próxima y clásica, que mima ingredientes, puntos y presentaciones.

Casa Carmen nació en los años setenta de la mano de José Manuel y Carmen, sus padres. lavianiego y niño de la guerra, él recriado en Amberes, y ella de Grado, esteticién con importantes artistas de clientas (Lola Flores incluida) que, pasados ambos por Bélgica, retornaron con la Transición y abrieron un centro hostelero de hondo recuerdo, La Hacienda, casi aquí mismo. De paso Carmen dejó los cardados por los fogones, y su maestría culinaria, que se beneficiaba de una incansable capacidad innovadora, mereció aplausos y homenajes. Pronto, tras La Hacienda, duplicando el éxito, llegó la más personal Casa Carmen nutrida de excelente bodega, excelentes menús (el del día, asturiano, es un banquete a buen precio pese a la inflación) y excelente paisaje.

Afuera, el Monsacro, la Magdalena y el Gamoniteiru añaden aromas de monte a los interiores de guiso y hogar.