GIJÓN

Casa Carmen

Lo bueno, bonito y barato, con sonrisa y calidez, se multiplica por dos

Miércoles, 18 de abril 2018, 17:00

El chigre exhibe en su frontal un cartel colorista que vocea su más conocida especialidad, los cachopos XXXL.

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Traspasada la fachada, que retrasa un poco el acristalamiento para dar cabida a dos bancos corridos donde los fumadores y contempladores se acomodan, podemos recorrer sus profundidades, ... divididas en una primera mitad de barra larga y tapeo amplio, y una segunda de comedorín. Mientras lo hacemos nos vamos fijando en los mil detalles que, al paso, entretienen la atención: el sencillo mobiliario de madera, los apliques de piedra, les plantines, la variedad de cuadros, la techada fresquera de sidrinas, las posibles combinaciones de menús y –muy especialmente– el ambiente desenfadado y cálido, a pie firme o silla reposada, entre culinos escanciados brazo en alto y bandejas servidas con sonrisa plena.

Casa Carmen

  • Dirección: Calle Manso, 26. Gijón

  • Teléfono: 985 33 44 15

  • GERENTES: Rocío Belén y Liliana Bermúdez Arias

  • Cocina: María Amor Fernández y Rocco Papallo

  • EQUIPO: Iván Caro, Paola A. Corina, Francisco J. Franco, Souhailia, Fran y Pablo

  • EQUIPO ACTUAL: 2014

  • Menú LABORABLE: 10 euros

  • Menú DÍA FESTIVO: 20 euros

  • DESCANSO: No

Un lugar llano y enormemente popular que, tras la bien ganada jubilación de Carmen, su recordada fundadora, pasó a unas nuevas propietarias igualmente merecedoras de agasajo. Y sirven de testimonio numerosas notas en redes multimedia, las nuestras incluidas.

De la fundadora mantienen los enormes cachopos, que ahora también sirven XL para parejas, siempre crujientes y rellenos con xatina, serrano o cecina, y crema de gouda; las croquetas –de jamón, picadillo y cabrales, cecina y queso de cabra, compango, gambas– poseen un aparte especialmente estimado; las zamburiñas y navajas, otros. Hay mejillones a las mil maneras (tigre, a la vinagreta, al ajillo, a la marinera, infierno, a la sidra); otrosí con pulpos y chipirones (a la gallega, a la brasa, en cazuela, a la plancha, a lo pobre, a lo rico); otrosí con los potes, los cortes de vacuno y las ensaladas.

La triada del bueno, bonito y barato funciona a las mil maravillas, y la atención carece de reproches; toca pues preguntar: ¿quién dirige un sitio así, que saca sobradamente para tanto como destaca?

La historia detrás del negocio justifica los aciertos, ya que Liliana y su hija Rocío se han currado la vida igual que dos leonas: en Buenos Aires llevaba Liliana una próspera representación de prendas de piel cuando el corralito la dejó sin ahorros ni clientes. En medio de un país falto de recursos y creciente en inseguridades (luego supimos por aquí algo de tal asunto), su familia asturiana le facilitó la venida, y nada más pudo, trajo a su madre y a su hija, que, por cierto, aseguraba desdemuy niña que casaría con un español, pálpito que dentro de un mes hará real: español y gijonés.

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Una vez aquí hubo que trabajar y la hostelería brindó la salida: a través de un familiar, con bares propios y enfrentando éxitos, dificultades y el precorralito español de casi anteayer.

Para entonces Rocío combinaba trabajos de camarera y de estudiante de medicina, los primeros en Casa Carmen; y ésta, en su retirada, facilitó que nuestro trío Bermúdez heredara su querido negocio.

Excelentes herederas, que quienes saben navegar con el viento en contra, manejan mejor que nadie las brisas a favor.

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