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Recoleto, afayaízo, bajo su colorista luminoso, con el rojo y el blanco brillando gijonudamente en sus interiores, la hamburguesería más antigua de la villa jovellanista permanece tal como la fundaran Macario padre y Ángeles madre. Empezaban los años setenta, concretamente 1972, fecha de apertura, y queríamos ser modernos a lo europeo y americano, sustituyendo trajes de baño monopieza por bikinis, y tristes pantalones rodilleros por meybas tropicales.
Pues estar a la última en San Lorenzo, incluía comer en Los Vikingos, así llamado para recordar que el 1 de agosto del año 844, una armada danesa de casi un centenar de barcos ocupó por completo la rada de San Lorenzo, y aunque intentaron tomar Gijón, no lo lograron y siguieron a La Coruña. ¡Quién sabe si los caídos prisioneros trajeron los perritos y las hamburguesas de sus extensos territorios norteños!
Dirección: Paseo del Muro de San Lorenzo, 4.
Teléfono: 985 35 29 67.
Cocina y sala: Ángeles, Eduardo, Macario, Carmen, Cristina y Andrés.
Volviendo a los fundadores, dado que disfrutan de su bien ganado descanso, Los Vikingos traen recuerdos veraniegos, sí, e igualmente otoñales, invernales y primaverales, que la calidad, rapidez de sus especialidades tientan todo el año, y muchos paseantes, corredores, bicicleteros o patineteros eligen parar aquí para disfrutar y recuperarse.
Los hijos de Macario y Ángeles, que son Angelines (con su esposo Andrés), Eduardo, Macario (con su esposa Cristina) y Carmen, mantienen las elaboraciones y el pequeño y afayaízu local de barra, mesas altas y elaboración a la vista, sin cambio alguno. «La gente nos quiere así, los clientes repiten, el negocio permanece íntegramente familiar, la permanencia reside en una calidad de producto por encima del precio, incluido el pan, la preparación y los sazonados. Permanecer tantos años en el siempre cambiante y difícil Muro exige fidelidad a lo ofrecido», comentan.
Ingredientes: Carne picada de vaca roxa, huevos, cebollas blancas, lechuga, pepinillos, jamón serrano, bacón, queso de barra, especias y aderezos (a imaginación de cada uno que los nuestros son secreto de familia) y aceite.
1. Amasamos la carne picada, vaca roxa de primera calidad, siempre ni demasiado grasa, ni demasiado magra, con el equilibro necesario para salir suave y jugosa. 2. La aderezamos con verduras favoritas (muy picadinas), aderezos y especias. 3. Volvemos al amasado hasta homogeneizar la mezcla. 4. Lograda una bola de masa grande, iremos sacando bolas que, aplastadas, darán forma a las hamburguesas. 5. Las pasamos, lado y lado, por la plancha aceitada. 6. Previamente habremos sofrito muy lento la cebolla hasta caramelizarla, sin dejar de revolver y consiguiendo su atractivo color moreno. 7. También pasaremos el jamón y al bacón, más o menos, dependiendo de cada cual. Montaje: en la mitad inferior del pan redondo pondremos rodajas de pepinillo en vinagre. Luego otra capa formada por la cebolla carameliza, y sobre la lechuga, la hamburguesa. Cubriéndola van el jamón, el queso y el bacón, recién pasados y calientes para que fundan la loncha intermedia de queso. Y por cierre la parte superior del pan o cúpula. Luego sólo queda apretar y disfrutar.
El popular cantante onubense Manuel Carrasco, en un multitudinario concierto por fandangos, entonó un largo y sentido poema a los destaques de Gijón; símbolo tras símbolo señaló: «Y si tienes apetito /cuando termine el concierto /nos vamos pa Los Vikingos». Buena idea.
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