El Llagar de Titi

Pasó días en una caja ante el Parlamento asturiano exigiendo remedio al cierre y quiebra de su sector. Fue noticia y, de repetirse, lo volverá a ser: este rapaz defiende la hostelería alto y fuerte. En su casona, llagar que reconstruyó, hay terrazas, comedores, y una gran carpa infantil climatizada con un columpio que diseñó para niños discapacitados. Además todo el local es accesible, y la persona limitada que vaya a los aseos especiales, recibirá una llave en propiedad para la próxima vez. También hay carta en Braille, guardería de mascotas, club de fumadores, cesión de camisas blancas si uno se mancha, gafas para cerca, cargadores de coche eléctricos gratuitos...

Y una excelente pinacoteca de grandes asturianos. Y ajuar de tela y cristal para los menús. Y parrila u horno de leña. Y caza, salmón y bonito según la temporada. Y arroces con pitu, setas, carrilleras. Y bacalaos o lomos de merluza variados, bien salseros, bien a punto de plancha y parrilla. Y cochinillos y lechazos panaderos. Todo lo bueno cabe en la finca, de la alegría infantil al apoyo para paliar las limitaciones que arrastremos. Andrei y Charo, los cocineros, se esmeran, y Titi, de Viella, hijo de un camionero que dejó las rutas por el Mesón de Nozana, se preocupa y atiende diligente ya sus clientes y a su sufrido oficio.

Palacio de Meres. Medio kilómetros al sur del Titi, dirección río Nora, encontramos el Camino de Santiago bajo este nombre, y a su lado el palacio de Meres, fundado en el siglo XV por el contador de Juan II, Gonzalo Rodríguez de Argüelles. Con cuerpo central entre torres, patio dórico y capilla de gran tamaño, lo adornan arcos, columnas, molduras, blasones y un gran retablo.

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