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Un laberinto de carreterinas suben a este mirador de horizontes entre Salinas y la ría de Avilés. La placina con pláganos ante el restaurante A fuego Lento queda vecina, algo así como 'por detrás y a la derecha'.
Atravesamos casinas jardinadas;la de Patxi, por ejemplo, tiene terraza, mesas de madera bajo alero, sala chigrera y comedor superior.
Dirección: Quintana de Dionisio. San Cristóbal (Avilés)
Teléfono: 985 56 37 05
CHEF: Rubén Castresana Sánchez
COCINA Y RESPOSTERÍA: Beatriz Ayuna
SALA: Francisco Romero
APERTURA: 2008
DESCANSO: Martes
MENÚ LABORABLES: 10 euros
MENÚ FINDE: 16 euros
SIDRA: Trabanco, Menéndez y Cortina Villacubera
Abundan los detalles informales, las fotos de platos, las banderas festivas y una palmera con resabios indianos. Y dos pasiones recalcadas en entradas y paredes: el Atlético de Bilbao y los cachopos. Una cachopofilia militante y variada que anuncian carteles y cartas, e intitulan al lugar 'casa del cachopo':los hay de provolone, de cerdo con cecina y queso a la plancha, de pulpo crujiente, de buey, tradicional, gratinado con micuit de pato, de setas, de meluza con zamburiñas, de pollo, de marisco, de bacalao con pisto, de verdura, de hamburguesa de buey…
El de ternera con queso ahumado de Tineo y gamonéu, jamón ibérico, verduritas frescas y gelatina de manzana, que añade sorpresas visuales en la presentación (no las desvelemos) fue finalista del último concurso regional.
Patxi también ofrece potes, unas recomendables tartaletas de changurro, ensaladas templadas, bacalao (al ajo arriero, al pil-pil y, ¡faltaría!, a la vizcaína) y postres propios de primera. Citemos el bizcocho mármol, la tarta de fresa, la tarta selva negra o la tarta de mandarina.
Hombre grandón y acogedor, vino al mundo en la vizcaína Lejona, y ni por familia ni por especial inclinación tuvo nada que ver con la cocina hasta que fue a la mili (¡cuánto bien hizo el servicio de armas al servicio de comedor!). Tras tocarle marina, y mientras recorría los siete mares en la corbeta Infanta Cristina, le tocó guisar para mandos y tripulación:allí aprendió a cocinar.
Una vez licenciado, se curtió en la Casa Vasca de Deusto, pero como la veleta de la vida cambia muchas veces de dirección dejó unos años el ejercicio profesional de la culinaria por los montajes industriales, que le traen a Avilés con el encargo de reponer las mil y pico sillas previamente mal puestas del polideportivo del Quirinal.
«Habitual de la sidrería Pepe y La Peña, cuando los propietarios se enteraron de que era cocinero –y lo demostré– no cupieron en su asombro: ¿cocinero y trabajas con grúas? A la semana de volver a Bilbao me ofrecieron regresar para reencontrarme nuevamente entre fogones y cazuelas. Era joven, aventurero y acepté. Pasé por el Rias Baixas, el Pazo de Monterrey, el Jose's y –el de mayor permanencia– Los Sauces. Finalmente cogí la Sidrería Cistóbal, a la que añadí mi nombre»,resumen Patxi.
Avilés le dio además a su mujer y su hijo, firmes apoyos e imprescindibles ayudas: nadie puede dudar de que lo de Patxi con la Villa del Adelantado fue un duradero amor a primera vista.
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