Parte del equipo delBegoña, en Cimadevilla. JUAN CARLOS ROMÁN
Gijón

Bar Begoña

Todo el mundo conoce el Begoñina, y escasean quienes no lo tienen entre sus favoritos. Cincuenta años militando de playu dan honores

Si hay equipos que son más que un equipo, hay bares que son más que un bar. El Begoña, o Begoñina para los asiduos, sirve de peripintado ejemplo, y si bien hace lustro y medio amplió su mínimo comedor incorporando el local vecino, su cariñoso ... diminutivo no pierde sentido.

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Bar Begoña

  • Dirección: Ave María, 11 - Gijón

  • Teléfono: 985 35 30 58

  • Cocina y sala: María Jesús del Valle Fernández y Antonio Moldón Crespo

Mercedes, la matriarca y fundadora junto con Modesto, que desgraciadamente ya se nos fue, aún asiste y supervisa cuando puede; ambos inauguraron su acogedor rincón por los años sesenta, cuando el barrio ahora codiciado –precisamente mi barrio y mi calle– no pasaba de barrizal poblado por pescadores, pescadoras, cigarreras y mujeres de vida airada. Y nació tasca humilde para los obreros que iban construyendo casas de pisos sobre las de planta y huerta, mientras iban pavimentando las calles. Y no sólo. También eran asiduos los curas de la parroquia (el inolvidable Don Boni jugaba allí sus cotidianos tutes), los vecinos playos con árbol genealógico, los alumnos y profesores del San Eutiquio y, en resumen, el paisaje y paisanaje –ya en parte muy perdido– que late a la sombra del cerro de Santa Catalina. Allí encontraron un lugar idóneo de reunión, charla, culinos, vasinos, periódicos y juego.

Llegado el momento María Jesús, la hija, y Antonio, el yerno, tomaron relevo en un trato y una cocina con sabor a comedor familiar, lo que incluye su apreciadísimo cachopo, sus mejillones en salsa verde, sus ensaladas y ensaladillas, su carne guisada, sus chicharrinos y parrochines crujientes, sus chipirones rellenos o afogáos, sus potes, su rollo de bonito veraniego, y otros clásicos del peñón originario gijonés.

Honradez, gracia, precio ajustado y popularidad forman parte de los rasgos que atesora este personalísimo veterano al que acuden por igual parados, jubilados y currantes, como paladares exigentes, turistas o ministros que –eso sí– esperan turno.

O informan al chófer que lo intente otro día.

Costillas al ajillo

Para 2/3 comensales: 1/2 k de costillas de cerdo. 6 dientes de ajo. Zumo de limón. 1 ramín de perejil. 1 cebolla. 1 pimiento verde. 1 chorro de vino blanco. Aceite de oliva. Pimienta. Sal.

1. Tras pelarlos, cortamos cada diente de ajo en trocinos pequeños o rodajinas. 2. Ponemos dentro de un recipiente hondo las costillas cortadas en trozos medianos. 3. Las dejamos macerar una noche cubiertas por el pimiento, la cebolla, el ajo picado, la pimienta y la sal (ésto último con mesura). 4. También añadimos el zumo de limón colado para retirar pulpa y semillas, y un chorrín de aceite de oliva virgen extra. 5. La noche de maceración debe tener lugar en el frigorífico a recipiente tapado (con papel film por ejemplo). 6. Las revolvemos bien en el macerado, las limpiamos, y las vamos dorando en una sartén con aceite de oliva bien caliente. 7. Dejamos que doren por todos los lados. 8. Una vez hayan tomado color las cambiamos de sartén;en la nueva bullirá el vino tinto. 9. Guisamos las costillas hasta que el vino se reduzca y la carne quede muy tierna (al menos treinta minutos). 10. Las escurrimos y ponemos en una fuente. 11. Freímos y distribuimos por encima los trocinos de ajo. 12. Decoramos con el perejil. 13. Acompañamos con patatas fritas y/o ensalada.

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