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JESSICA M. PUGA
GIJÓN.
Sábado, 4 de marzo 2023, 10:38
Lara Roguez (Gijón, 1984) encontró en el mar su estilo. La cocinera que iba para ingeniera técnica dejó el Kraken hace dos semanas y se embarca ahora en un proyecto propio, Abarike, que espera abrir en un mes en Cimavilla para aprovechar ... Semana Santa. Antes tiene una obra y que definir el restaurante. «Al futuro solo le pido abrir y que la gente lo disfrute».
-¿A qué se debe su salida del restaurante Kraken?
-El objetivo de cualquier cocinero con pretensiones es llegar a tener un local propio. Era algo que me venía planteando desde hacía un tiempo y ahora llegó el momento.
-¿El nuevo negocio es solo suyo?
-Tengo un socio capitalista; una persona que cree en mí y en el proyecto, y decidió apoyarme.
-Abarike se llamará el restaurante. ¿Cómo será?
-Es un local pequeño donde podremos atender a veintipico comensales por pase. Se va a interactuar mucho con el cliente; habrá cocina y sala, pero estaremos todos un poco mezclados. De hecho, cocina saldrá mucho para acabar platos en el comedor.
-¿Por qué ese nombre?
-Abarique es una palabra que me gusta; en el restaurante la escribimos con 'k' para darle una vuelta, que es también lo que quiero hacer en la cocina. Es una red de pesca que ahora está prácticamente en desuso; una técnica muy respetuosa y artesanal que se usaba mucho en Gijón, en barquitos pequeños que salían por la noche por sardina, bocarte...
-¿Habrá carta?
-Sí, habrá carta y menú degustación. Y en la barra, que será un espacio más del restaurante, haremos 'show cooking'.
-¿Y habrá carne?
-No, salvo en la fabada. El resto de la carta la coparán el mar, la huerta y la huerta marina.
-¿Habrá investigación marina aplicada a la gastronomía?
-Sí, la idea es que sea un 360º. Que todos sepamos cómo, dónde y cuándo se pesca gracias al plan de trazabilidad que vamos a tener en carta. Esto lo estamos haciendo en colaboración con pescados Noyger, que son quienes nos traen todo.
-¿El cliente lo demanda?
-Sí, por la presentación que nosotros damos. Es importante porque no todos los establecimientos pueden enseñar la procedencia de sus productos.
-La ubicación del negocio, en pleno barrio de pescadores y con mucho movimiento tanto de turistas como de hostelería... ¿Fue buscada?
-Me están diciendo que estamos haciendo la milla dorada aquí, está Farragua, El Recetario, Sotres que se instalará en el Palacio... Fue buscado en parte, pero sobre todo fue casualidad porque el local -donde hasta hace poco estaba Karan Burger- aún no anunciaba que se alquilaba. Cuando lo vi al lado del Ayuntamiento, detrás de la Antigua Pescadería... me dije que la zona tenía que ser esta.
-Anímicamente, además de a mil por hora, ¿cómo está?
-Con ganas, estoy ilusionada. La vida son etapas. La otra pasó, fui muy feliz los casi cinco años que estuve ahí, conocí a gente fantástica y la empresa se portó muy bien conmigo. Ahora se abre otra etapa que creo que va a ser increíble.
-¿Se mueve demasiado?
-Soy del género inquieto, pero pienso que cuando se acaba una etapa por lo que sea, porque no eres feliz o ya has cumplido objetivos, hay que moverse y no quedarse estancado. No hay nada malo ahí. Siempre que me he movido ha sido por dar un pasito más. Este espero que dure mucho tiempo (Ríe).
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