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El destino habitual de los mendrugos es la basura. Cuando los trozos de pan se precipitan en el vertedero se convierten en parte de una vergonzosa estadística. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que un tercio de la comida que se produce para el consumo humano se pierde o tira a lo largo de la cadena de consumo; al final, 1.270 millones de toneladas anuales.
Cuanto más rico es un país, mayor es su desperdicio per cápita. La abundancia es amiga del dispendio pero recortar el desperdicio no es solo una cuestión de ahorro económico sino también de sostenibilidad y consumo responsable. Nuestras abuelas, acostumbradas a gestionar hogares en tiempos de vacas flacas, eran expertas en lo que ahora llamamos cocina de aprovechamiento que no es otra cosa que utilizar el sentido común para convertir en bocado lo que aún puede ser disfrutado.
Los restos de un pollo asado trufando el alma de las croquetas, las fabas que sobraron alegrando un pote asturiano o los plátanos al borde de la catástrofe endulzando las propuestas reposteras. El pan también puede adquirir una nueva vida cuando la ternura abandona su cuerpo y convertirse en actor secundario o principal de infinidad de recetas que exploran tanto el universo dulce como el salado.
Convertido en pan rallado puede integrarse en albóndigas y rebozar cachopos, flamenquines, pechugas de pollo o croquetas pero hay mucho más.
Rápido, socorrido, saludable y sabroso. El pan viejo se reúne en la batidora con el tomate, el aceite de oliva, el ajo y la sal; hay quien también incorpora vinagre aunque la receta clásica no lo lleva. Acompañado con taquitos de jamón y huevo cocido es clásica delicia pero puedes darle un toque acompañándolo de bonito marinado o chipirones.
El nombre del plato rinde tributo a su origen. Económico y sencillo, aportaba a quienes cuidaban de los animales gran cantidad de energía para aguantar las largas jornadas en plena naturaleza. El pan duro se acompaña habitualmente de ajo con piel, chorizo, panceta, aceite de oliva, sal, pimiento verde y cuatro huevos. Aquí tienes la receta.
Sencilla, sabrosa y reconfortante, la sopa de ajo es rústico manjar que quitó el hambre a generaciones. Si su humildad la convirtió en receta casi de diario en el pasado, la bonanza desterró su protagonismo en la mesa pero no su encanto, alejado de la vanidad y la afectación. Dale una oportunidad.
Aunque es postre habitual de la Semana Santa en Asturias, cualquier época es buena para cocinarlas porque los ingredientes son de los que siempre están en la despensa. Las torrijas pueden ser humildes o convertirse, a base de técnica, en postre de alta cocina. Versiones hay muchas, incluso se cocinan torrijas en la 'airfryer'.
Otra receta sencillísima y socorrida que convierte en propuesta golosa los mendrugos de pan al juntarlos con leche, azúcar, huevos, caramelo y vainilla y pasar por el horno. Quizás lo más complicado de la elaboración sea esperar a que enfríe para que adquiera cuerpo y desmoldarlo. La paciencia también es importante en cocina.
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