Las recetas para el sándwich perfecto

Este 3 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Sándwich en honor a John Montagu, un aristócrata inglés tan aficionado a echar la partida que quería encontrar algo que pudiera comer sin mancharse las manos y no le impidiera seguir jugando. El deseo del IV Conde de Sandwich dio origen, acuerdan los escritos, a uno de los almuerzos y cenas más populares en todo el mundo, cuyas señas de identidad siguen siendo aquellas que buscó el sir en el siglo XVIII complementado con una gran variedad de contenido.

La idea de meter una serie de alimentos entre dos rebanadas de pan se debió en buena medida a las influencias extranjeras que por entonces llegaban al imperio británico procedentes de diferentes partes del globo. Si bien fue en Inglaterra donde se popularizó un plato que ha pasado a la historia como una de las comidas más fáciles y rápidas del mundo con cientos de opciones diferentes.

La elección del pan es el primer punto a tener en cuenta, pues en España se considera sándwich, según el Diccionario de la Real Academia, al conjunto de dos o más rebanadas de pan, normalmente de molde, entre las que se ponen distintos alimentos. He aquí lo que lo diferencia de bocadillo, que aunque en esencia es lo mismo, no así en apariencia. La RAE define este como una pieza de pan abierta, o conjunto de dos rebanadas, en cuyo interior se coloca o se unta algún alimento. Por eso en estas páginas lo que abunda es el pan de molde, que es aquel que se elabora de una forma particular para que salga una corteza blanda y una miga abundante y esponjosa. Puede ser blanco o integral o llevar o no corteza, si bien esta le da una consistencia que facilita el montaje. En algunos países de América Latina equipara en sándwich con el emparedado.

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En cuanto a la elección del contenido entran en consideración gustos, necesidades y apetencias porque, a fin de cuentas, se trata de dos rodajas de pan -o alguna más interior si se quiere- conteniendo diversos ingredientes. Ante tantas posibilidades solo hay que tener claro el objetivo final, que es lograr el equilibrio tanto físico, es decir, que la montaña no se caiga, como intrínseco, escogiendo productos que combinen tanto por su sabor como por su textura

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Hacer el sándwich perfecto tiene su técnica, pues aunque sea un plato precedido por las palabras fácil y rápido, hay que tener en consideración ciertas reglas. Si se sirve frío, el quid estará fundamentalmente en la elección de ingredientes y su montaje, pero si se trata de un sándwich caliente, conocer los tiempos y la herramienta en cuestión -sea sandwichera, plancha o sartén antiadherente- pasa a ser algo fundamental. Para este segundo grupo entra en consideración un ingrediente extra: la mantequilla, responsable de ese toque crujiente. El consejo es tenerla a temperatura ambiente y untarla por ambas caras de las dos tapas de pan. Y trabajar a fuego lento y sin aplastar el bocado, porque eso solo conseguirá que se desparrame el contenido, sobre todo si lleva queso, que es un ingrediente de los más comunes. En la elección de este debe primar que funda bien; los quesos en barra, de los que en Asturias se producen unas cuantas referencias, dan buen resultado, si bien algunos de los más populares son el cheddar y el cremoso havarti.

Pollo, bacón, jamón cocido, atún, salmón ahumado y hasta frutas y hortalizas tienen su espacio en un bocado que deja volar la imaginación para mantenerse en continua evolución.

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