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Judith Naves Morán es la tercera generación de una familia de empresarios relacionados con el sector de la alimentación. Sus abuelos se dedicaron a la restauración y sus padres dirigen una empresa de ‘catering’ en la que también las razas autóctonas son las protagonistas. Como ... muchos en periodo de crisis, ellos también vieron su negocio tambalearse, por lo que tuvieron que plantearse darle un cambio. «En ese momento empezamos con la cría de oveya xalda en Las Regueras. Al final acabamos teniendo 15 y debíamos hacer algo con toda esa materia prima. Así fue como en 2011 hicimos el proyecto ‘Apadrina un cordero’. Tuvo tanta aceptación que el primer año servimos 60, que en las navidades entregamos elaborados en las casas. Un pedido de Madrid me hizo abrir los ojos: necesitábamos poder enviarlo sin que se estropeara y, así, comenzamos con las conservas».
La necesidad hizo a Judith Naves Morán pensar en la opción de crear una empresa de productos elaborados que pudiera abrirse a la venta nacional. Por ello, en 2015 y con la ayuda del semillero de empresas de Valnalón, desarrolló el proyecto empresarial. Tras un año y siete meses de espera, por problemas burocráticos, inauguró en 2015 la fábrica de conservas.
La clave de Astursabor es el ciclo cerrado: ellos mismos se dedican a la cría, a trabajar con asociaciones, a elaborar el producto y a distribuirlo. «Creo que hoy en día la gente quiere saber dónde, cómo y quién elabora sus productos. Es un punto fundamental que se sepa la trazabilidad de los alimentos», afirma Judith Naves Morán.
A pesar de su juventud su trabajo no pasó inadvertido, y a los tres premios regionales suma ahora un reconocimiento a la Excelencia en la Innovación para las Mujeres Rurales, otorgado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. «Es lo mejor que me pudo pasar. Lo primero, porque pone en valor el trabajo en el medio rural y, por supuesto, porque siempre es un honor que se premie el esfuerzo realizado».
En cuanto a los jóvenes y la agroganadería, Judith Naves Morán no titubea: «Yo siempre digo que el que tiene una idea, aunque sea joven, lo que necesita son ganas y esfuerzo. Hay que tener iniciativa, aunque cooperar también es fundamental. Trabajar, esforzarse, creer y tener pasión por lo que se hace es algo básico en cualquier proyecto. Que sea en el medio rural es lo de menos. Hay muchas posibilidades de hecho, solo que es un ambiente más desconocido y el tema burocrático también echa un poco para atrás. A mí me costó tiempo y dinero, pero tiré para adelante porque me podían la ilusión y la confianza que tenía en que mi empresa fuera viable».
El secreto del éxito es una combinación de utilizar las variedades autóctonas y una receta tradicional que no contempla la presencia ni de conservantes ni aditivos. «Tal y como los cocinaba mi abuela, un guiso de siempre listo para servir».
Corderu xaldu, gochu asturcelta, cabritu bermellu, IGP ternera asturiana de los valles y de la montaña, pita pinta, o el potru asturcón encuentran su hueco en el mercado nacional, gracias a unas conservas que concentran su sabor y potencian nuestra región allá donde se abren y se sirven.
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