-Aún no estamos concienciados de que tenemos buenos vinos. Excelentes, diría yo. Pensamos que los vinos asturianos son como los del siglo pasado, que solo los toleraban las gentes de la zona. Los últimos avances e inversiones son determinantes en materia de calidad.
«Es fundamental que la restauración asturiana tenga variedad de vinos de la tierra en su carta»
-¿En qué posición estamos: calidad baja, media, alta?
-El vino asturiano tiene un buen reconocimiento en determinados círculos del mercado. Cangas y sus zonas limítrofes tienen un enorme potencial. La climatología, los suelos y las variedades autóctonas son determinantes. Una uva tinta como la Albarín Negra o la Carrasquín tienen un encanto especial.
-¿La orografía es un problema para el trabajo en el viñedo?
-Efectivamente, hay que hablar de zonas muy escarpadas, difíciles de trabajar. Es un viñedo de montaña. Esa es una de las razones por las que el coste final del vino se dispara.
-¿Los asturianos somos conscientes de nuestro potencial vinícola?
-No. Los propios asturianos decimos que nuestros vinos son muy caros y eso no ayuda. Tenemos producciones muy cortas aún, pero necesitamos ser profetas en nuestra tierra para conseguir una posición holgada en el exterior.
-Y fuera, ¿se está apostando por nuestros vinos?
-Ya se vende algo fuera, y las bodegas de Cangas son conocidas en diferentes zonas. Las propias bodegas u operadores profesionales están penetrando muy bien en mercados complicados. Me consta que hay bodegas que ya tienen colocado un buen número de botellas en Estados Unidos y Europa. Una vez que se consoliden fuera, les empezaremos a dar una mayor importancia en el mercado regional.
-Vino asturiano para iniciados: ¿qué recomienda, tinto, blanco?
-El tinto va a ser el gran motor. Con el cambio climático, estas variedades van a ser un gran descubrimiento. Nosotros, en Coalla, tenemos ahora mismo un proyecto en común con la bodega de Monasterio de Corias: diseñamos en conjunto una serie de vinos y vamos a sacar una colección que se llama Escolinas. Ya hemos lanzado dos blancos, uno de ellos ha pasado una crianza en barricas de castaño asturiano y a finales de año saldrán otros dos tintos. Todo está basado en variedades autóctonas. Serán grandes vinos.
-La hostelería y restauración tienen una responsabilidad importante en este tema.
-No solo ellos. Los sumilleres, los comerciantes y los propios consumidores deberíamos ayudar a las bodegas a dar visibilidad a los vinos que se elaboran. Es fundamental que la restauración asturiana tenga una cierta variedad de nuestros vinos en su carta.
-En Asturias hay un consumo más selectivo de vinos. Hace unos años se pedía un vino, o una denominación, sin especificar la bodega. Algo ha cambiado.
-Ahora somos más expertos. Es un trabajo que se ha conseguido entre todos. La gente joven está muy abierta a probar vinos de diferentes zonas. Lo que tenemos que conseguir los profesionales es hacerles llegar vinos de calidad. Es la única arma que tenemos para luchar contra la expansión desmesurada de la cerveza. El vino forma parte de la cultura de España y eso es vital para el desarrollo económico de los pueblos. Tenemos un consumo de más calidad porque hay más conocedores de los vinos. Y es muy divertido probar diferentes vinos.
-Comparándolos con otros vinos ya conocidos, ¿qué le faltan a los nuestros para triunfar?
-Impulso. Los vinos de Cangas están bastante reconocidos fuera, pero tenemos que creérnoslo. Tienen una calidad buenísima. Hay que dejar de lado ese toque provinciano y apostar más por lo nuestro.
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