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Ramen, udon, soba, pad thai… Si eres de los que se pierde al leer un menú oriental y echas de menos tener a mano quién te explique las distintas diferencias entre las clases de 'noodles' que colonizan las cartas de restaurantes orientales, este artículo es para ti.
Los versátiles hilos de masa que nacieron más de cuatro mil años atrás en la lejana China han conquistado las mesas de todo el mundo. Hace no tanto, para el occidental tipo, los noodles eran simple y llanamente una forma singular de nombrar a su versión italiana, los largos y delgados spaghetti hechos de harina de trigo y cocinados al dente.
Pero hoy no toca abordar la pasta transalpinas sino las versiones asiáticas cada vez más comunes en nuestro propio territorio. En Asturias abren más hamburgueserías y locales de ramen, sushi o wok thai que sidrerías.
Originarios de Japón, están hechos principalmente de harina de trigo, agua y sal. Su grosor y textura masticable es, quizás, su rasgo más característico, además de su color blanquecino. Los encontrarás sumergidos en una sopa, por ejemplo miso, o como plato frío con salsas ligeras.
Elaborados con trigo sarraceno, estos noodles son más delgados y se sirven tanto en caldo como en platos fríos. Alternan con ingredientes salteados, normalmente verduras, tras una leve cocción. No es fácil comerlos con los palillos por su longitud. La primera vez será todo un desafío.
El ramen japonés es uno de los platos más emblemáticos de la cocina nipona que toma el nombre de los fideos con los que se elabora, a base de harina de trigo, agua, sal y agua carbonatada (kansui). Finos y suaves, se sirven tradicionalmente en un caldo caliente y sabroso, en ocasiones ligero (shoyu) o más espeso y cremoso (tonkotsu), con ingredientes como cerdo desmenuzado, huevo cocido, pollo...
Estos noodles de arroz son el alma de la cocina vietnamita. Planos y delicados, son la base del reconfortante caldo aromático acompañado de carne de ternera o pollo y cocinado durante horas con especias y hierbas.
Aunque su nombre es similar a los soba, son más gruesos y firmes y prescinden del trigo sarraceno. Suelen cocinarse, a fuego fuerte, en una sartén y acompañarse de verduras y pollo, cerdo, ternera o incluso gambas. No se disfrutan con caldo.
Conocida como la pasta sin calorías, su origen es vegetal ya que se elaboran con harina de la raíz de konjac. Los fideos Konjak no contienen almidón, otros carbohidratos utilizables o proteínas. Se componen exclusivamente de agua (90%) y de fibra (10%).
El plato más famoso de la cocina tailandesa se elabora con eos de arroz salteados con una distintos ingredientes, desde langostinos al tofu, los brotes de soja y, por supuesto, los cacahuetes.
Originarios de Japón, y elaborados con harina de trigo y agua, se caracterizan por su suavidad y ligereza. Finos y delicados, suelen comerse fríos durante el verano, condimentados con un caldo o tsuyu. Los fideos se sumergen en la salsa en lugar de verterse encima. Es un plato refrescante, tanto que es habitual emplear hielo para enfriarlo.
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