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Sábado, 22 de abril 2023, 01:26
La chilena Pilar Rodriguez era directora de marketing para Latinoamérica y el Caribe de Tommy Hilfiger hasta que, cansada del frenético ritmo de la moda, decidió tomarse un año sabático en Francia. Hizo un curso de cocina y volvió reconvertida. Hace 17 años, cuando estaba cerca de cumplir los 40, abrió Food&Wine Studio, su restaurante en Colchagua, a unas dos horas de Santiago.
-Nunca ha trabajado en un restaurante que no fuera suyo. ¿Qué le ha permitido?
-Sólo trabajé en Ledoyen, en París, antes de regresar a Chile. Siempre amé cocinar, pero muchos factores me han ayudado: por un lado, toda la experiencia y formación en el mundo de la moda, que tiene muchas cosas en común con la gastronomía. Gracias a ese trabajo tuve el privilegio de comer en muchos lugares y entender y respetar las diferentes culturas. Y de regreso en Chile con esta formación de marketing a cuestas, mi primer sueño en la cocina fue vender Chile y su cesta maravillosa de productos. Obvio que no sabía cómo. Comencé a trabajar en el mundo de vino y eso me abrió las puertas para cumplir mi sueño y poder viajar mucho nuevamente, presentado lo que hacen manos chilenas. Pasar por tantas cocinas en tantos países me ha dado una formación diferente, siento que muy sólida y que agradezco muchísimo.
-No le gusta que le digan que «no se puede» y ha desarrollado su carrera en dos sectores tradicionalmente reservados a hombres. ¿Ha tenido que ver lo primero para lo segundo?
-Claramente sí. Esa porfía me ha llevado a emprender sin preguntarme nada y ni siquiera pedir permiso (Ríe). Eso siempre ha sido una característica. Es tan importante esa porfía para cumplir los sueños... Si uno pregunta cada vez que quiere cumplir una meta o un sueño, seguro no lo logra. Lleva muchísimo esfuerzo salir adelante, sobre todo en la gastronomía, un área que era completamente desconocida para mí. Una cosa es ir a comer a muchos restaurantes, otra diferente es vivir de ello.
-¿Qué pasó en Francia?
-Fue un detonante muy importante. En principio sólo fui a hacer un año sabático del cual nunca regresé. En París terminé de enamorarme del vino y de esas conversaciones de maridajes, de comer las temporadas, del respeto por los productos regionales y los productores, a vivir la mesa en todos los sentidos. Fue un tiempo muy bonito y muy significativo.
-¿Los vinos inspiran sus platos o al revés?
-Maridar vinos siempre estuvo ahí, la verdad. Luego, cuando comencé mi trabajo con los enólogos esas conversaciones de terroir, de sutilezas de sabores y texturas se hicieron cotidianas y naturales. Hoy es el motor de nuestra cocina.
-¿Piensa que empezó en gastronomía tarde?
-No me hago esas preguntas. He aprendido que la vida hay que surfearla como viene y ponerle la mejor cara siempre. Quién sabe que si hubiera comenzado antes lo hubiera logrado... Lo único que sé es que ha sido importante toda mi experiencia y formación anterior en esculpir una carrera nueva que jamás pensé.
-¿Es más difícil trabajar fuera de las grandes ciudades?
-Al revés, creo que trabajar en el campo tiene grandes ventajas; estás conectada con tu entorno. En mi caso, estar cerca de los productores es vital, aprendes mucho de ellos. Vives a una escala más humana. Yo lo valoro inmensamente.
-¿Miramos poco a lo nuestro o esto empieza a cambiar?
-Viajar tanto me hizo valorarlo. Afortunadamente, el desarrollo de la gastronomía con sello local, especialmente en los últimos diez años, ha sido fantástico. Una de las cosas buenas de la pandemia es que ha ayudado a volver a cocinar en casa, a recuperar el gusto por ingredientes locales.
-Es embajadora OMT de la gastronomía. ¿Qué potencial tiene Chile?
-Tiene el talento, un potencial enorme y una cesta de productos privilegiada, vinos incluidos. El trabajo que comenzamos hace ya años está dando frutos y hoy no solo tienes como polo gastronómico a la capital, también a regiones. Eso es muy nuevo. Por ejemplo, Colchagua ya es un objetivo gastronómico en sí en el marco del enoturismo; la gente conduce horas para sentarse en nuestra mesa. ¡Eso es un sueño y también una responsabilidad enorme! Como destino nos falta aún muchísimo, pues tenemos entre otros, problemas de estacionalidad.
-¿Conoce Asturias?
-No, y tengo mucha ilusión de poder visitar y probar todo lo que hay ahí. Me han hablado muy bien y esta visita será para aprender e intercambiar.
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