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En Torazo empezó a funcionar hace 13 años el restaurante Los Llaureles, Caldereta de don Calixto a la Proyección 2023. «Empezó con dos soñadores», explicó quien ahora está a los mandos de los fogones, Carlos Gallego, que fue el encargado de subir a recoger el premio. Se refería a su hermano José Antonio Gallego y a Carlos Miguel Bacallao, que, cansados de su vida en Madrid, decidieron montar un negocio propio, una casa rural en la que estuvieron cuatro años sirviendo solo desayunos. «Yo les sugerí ampliar la propuesta gastronómica para permitir quedarse a quienes se alojaban, aprovechando que estaban en un lugar alejado», rememoró el benjamín de los Gallego, que por entonces trabajaba para la familia real catarí.
La cosa «empezó a crecer» y «me ofrecieron venirme para diseñar un proyecto común: ofrecer una oferta gastronómica pegado a la casa rural». Ahora y desde hace 13 años, son los tres socios «del restaurante que siempre soñamos ser» y, sumando el trabajo de Óscar a la ecuación «conseguimos cada vez más ser una piña», aseguró Carlos Gallego, que mientras hablaba tuvo que recordarse que había prometido no emocionarse.
El restaurante, dijo, ha ido encontrando su lugar y estilo. Recordó agradecido que, tras construir el espacio, las primeras clientas que recibieron los tres socios fueron «las paisanas del pueblo». Por entonces ya tenían una idea de lo que querían: «Un espacio que sorprenda, donde se perdiera la noción del tiempo y se sirviera una propuesta gastronómica fija que fuera rotando por temporadas o por los viajes que hacíamos», ahondó Gallego. De hecho, la cocina era más viajera al principio; ahora bebe de la zona y de lo que le van contando aquellas primeras clientas.
«Es una cocina que, aunque tienda a ser creativa, no olvida la tradición», expuso su responsable, que busca que todo lo que se sirva y la forma de hacerlo tenga un por qué. «Así conseguimos tener una personalidad y romper los esquemas de los clientes, que haya un guion y también un lienzo en blanco», explicó Carlos Gallego, quien compartió el galardón con su familia, su pareja y sus compañeros de profesión, «que son brutales y un ejemplo. Hacemos muchas cosas juntos y aprendemos unos de otros». También agradeció a EL COMERCIO por «organizar unos premios tan bonitos» que, confesó, sigue desde que llegó. «Es maravilloso dar visibilidad tanto a pequeños proyectos como a gente ya consagrada».
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