«No prejuzguéis, porque muchos chavales no han podido elegir su vida»

Chema de Isidro nació en Vallecas, donde llevaba «una vida chunga» hasta que «llegó un señor, Inaki Izaguirre, con un restaurante, que me metió a trabajar en la cocina y me cambió la vida». Ahora se la cambia él a otros chavales, porque además de cocinar y escribir libros, empezó a trabajar con jóvenes pertenecientes a bandas latinas, drogadictos y que hacían la calle en el barrio madrileño de Tetuán.

La sorpresa llegó el primer año cuando la primera promoción, «todos delincuentes, pero no llegaron ni un día tarde», fue contratada sin excepción. No fue casualidad. Los datos actuales de la escuela de cocina La Raspa, por la que ya han pasado miles de alumnos, registra unos datos de inserción laboral que superan el 90%. De Isidro resume el porqué. «Los colectivos desfavorecidos no tienen la opción de pensar si quieren dedicarse a la cocina o la sala. Simplemente no tienen opciones. Entre todos debemos hacer campaña para que quien no sabe qué hacer con su vida, se arrime». Fue, en cierta forma, lo que le pasó a él, que colabora con varias ONG y también pone el foco en quienes no reciben ciertas guías porque, simplemente, no cumplen requisitos institucionales. Tener 17 años en vez de la mayoría de edad, por ejemplo.

Con Gastronomía Solidaria han hecho muchas cosas y la experiencia le vale para pedir una cosa. «No prejuzguéis, porque la vida que han llevado algunos en muchos casos no la han elegido; viven en barrios chungos y en familias complejas». Lo que no pide es dinero institucional para apoyar sus proyectos, como La Cascada de la Raspa (Guadalajara); pide «más proyectos como el nuestro». Y plantea un futuro del todo variado: «Quiero tocar otros sectores, hacer de Tetuán el barrio de los oficios, porque no a todos les tiene que gustar la restauración».