A. S: González
Oviedo
Miércoles, 13 de abril 2022, 15:16
La Cuaresma y la Semana Santa son fechas de recogimiento y contención. Las tradicionales limitaciones al consumo de carne marcan las recetas de estos días, pero los hogares españoles han sabido, a costa de ingenio y puchero, perpetuar el disfrute en la mesa.
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El Arcipreste ... de Hita, en su Libro del Buen Amor, ya hablaba de las batallas de Don Carnal y Doña Cuaresma, donde el primero se batía con un pelotón de gallinas, cerdos y perdices, mientras ella iba acompañada de pescados, verduras y mariscos.
Prácticamente cada región goza de sus propias especialidades en estas fechas aunque hay platos que se repiten a lo largo y ancho del país. El bacalao toma protagonismo en muchos de ellos, el pan también se convierte en delicia… La cocina austera y de ingredientes sencillos muestra su cara más amable.
Los orígenes de la receta se remontan hasta la Edad Media. Se trata de un guiso con espinacas, bacalao, huevo duro y garbanzos al que, en ocasiones, también se le añade arroz blanco. Un plato austero, pero muy completo en nutrientes. Todo un placer que en Asturias recuerda al desarme.
Los buñuelos son uno de los postres clásicos de la Semana santa. Sin embargo, se pueden llevar tanto al universo dulce como al salado y en estos días los del bacalao abundan. Cuenta la leyenda que su origen se remonta al siglo XIII, cuando el Rey Fernando III sitió la ciudad de Sevilla. La escasez de alimentos llevó a los locales a utilizar los cargamentos de bacalao y harina almacenados en el puerto. De la conjunción de ambos surgió esta receta crujiente y esponjosa.
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La sopa de ajo, también conocida como sopa castellana, es otro de esos clásicos que convierte en sabroso lo humilde y en placer la sencillez. Semana Santa es una de las fechas en las que más se cocina y se disfruta tradicionalmente tras las procesiones de madrugada. El pan del día anterior es protagonista, así como el caldo y el pimentón dulce. Puede llevar taquitos de jamón pero en los días de recogimiento se prescinde de este ingrediente.
Bacalao triturado, patata cocida, ajo y aceite de oliva constituyen el alma de uno de los platos de nombre más original del recetario patrio que requiere únicamente de tiempo y paciencia para machacar todos los ingredientes en un mortero hasta que resulte una pasta ligada y cremosa. Antaño sustento de pastores, es común encontrarlo como tapa o ración en Castilla La Mancha.
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Esta sopa de verduras de origen vasco y más que humilde se consume durante todo el año pero tradicionalmente era típica de la Semana Santa, fecha en la que se le odía incorporar el omnipresente bacalao. Reconfortante y sabrosa, reúne patatas, puerros, zanahoria y cebolla junto a caldo abundante y aceite de oliva.
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