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Aunque las ostras sean animales, en Castropol hablan de semillas y de sembrar. El origen de Acuicultura del Eo está en la unión, en 1992, del biólogo madrileño Eduardo Martín y Carmen Vinjoy, la última cooperativista en activo. Ahora, certificados en ecológico, con Carmen ya jubilada y sumando el trabajo de Manolo y Nuria, están dando a conocer la ostra del Eo en el mundo.
–¿Cómo termina un madrileño cultivando ostras en Castropol?
–Eduardo: trabajaba en una empresa de impactos ambientales y, en 1992, con 29 años, estaba cansado de la vida en Madrid y me vine a dar unos cursos para desempleados en Luarca. Un día, fui a Castropol para ver lo que hacían con las ostras y conocí a Carmen, la última cultivadora que quedaba en la cooperativa. Me quedé a trabajar con ella dos mareas (4 ó 5 días), encajamos y le dije si podía seguir trabajando con ella, que entonces le quedaba poco para jubilarse. Juntos hicimos un proyecto nuevo: transformamos la acuicultura del Eo y pasamos de cooperativa a S.L. Ella se jubiló en el 98.
–¿Cómo estaba la situación?
–E: Se había perdido mucho y, a finales de los 80, el Principado empujaba para frenarlo; así empezó la cooperativa, pero entre que no se sabía mucho del cultivo y que tardan unos dos años en crecer... solo quedó Carmen y algún cultivador más al margen de la cooperativa. Hubo más intentos para apoyar al sector, pero tampoco funcionaron.
–Escogieron trabajar con la variedad francesa...
–Nuria: hay muchísimas variedades de ostra. La que más se cultiva en todo el mundo es la que tenemos nosotros, la Crassostrea gigas, que ahora se llama Magallana gigas, pero se identifica como ostra francesa aunque no proceda de ahí originariamente. Dicen que es diferente porque la que había antes en toda Europa era la ostra de Arcade, de la que queda muy poquita debido, sobre todo, a una enfermedad que la ataca desde los 70.
–E: Se le dice francesa desde hace 50 años porque antes los franceses cultivaban también ostra plana. Es bastante resistente y tiene buen sabor.
–Al principio su producción se iba a Francia. ¿Por qué?
–E: Antes el consumo de ostras era bastante limitado en España y la gente conocía fundamentalmente la plana.
–N: Iba para productores que no daban abasto con su propia producción. Así que salía sin identificar en origen, a granel.
–¿Y ahora? La pasada Navidad agotaron existencias.
–N: Sí. Tenemos una producción pequeña porque no deja de ser una empresa familiar: unas 200.000 ostras al año. Hicimos el cambio de venta a raíz del comercio electrónico, en 2012. Vendíamos a particulares y restaurantes y empezamos a dar a conocer nuestro producto como ostra del Eo, de gran calidad. Ahí entro yo a trabajar aquí.
–¿Por qué ostra de río?
–N: Por jugar con el nombre, pero es ostra marina, de la desembocadura de las rías.
–Hace dos semanas estuvieron cultivando. ¿Cómo es?
–E: Las traemos pequeñitas, de 6 milímetros, de criaderos franceses. Vinieron 500.000. Las ponemos cuanto antes en agua en unos sacos de malla que llevamos al parque de cultivo. En cada uno echamos dos medidas de vaso de sidra, unas 3.500 ostras. Los amarramos en unas parrillas y todos los meses hay que voltearlos. Ahí comen fitoplancton y van creciendo, por eso vamos seleccionando y desdoblando: si empezamos con 3.500 por saco, acabamos en 75 cuando adquieren talla comercial. Actualmente hay unos 15.000 sacos porque están las nuevas, las del año pasado y las de 2022, que son las que comercializamos ahora.
–¿Aumentan la producción?
–E: Sí, y desde hace tres o cuatro años hacen semilla en Asturias, en el centro de experimentación que hay en el muelle de Castropol que es, a su vez, depuradora de moluscos y dependiente de la Dirección General de Pesca. Es una producción muy pequeña y no segura, así que seguimos dependiendo de Francia.
–¿El objetivo es ir afianzándolo para que baste?
–E: Sí, pero todo es susceptible de cambios... Esto garantizaría una semilla sana y más adaptada al medio. Aunque su origen sea francés, ya hablamos de una tercera generación de ostra asturiana.
–¿Cómo dicen de comerlas?
–N: Todas saben de forma distinta, aunque sea una misma especie, porque depende del alimento que tenga. En España solo hay tradición de comerlas con limón cuando se puede hacer de muchas maneras que respeten su sabor marino. A mí me gusta trabajarla en crudo, pero se puede cocinar. Y tiene más mordida de lo que se cree.
–Es que se tiene por exclusiva...
–N: Se sigue pensando que es caro, pero no. Eso es de cuando se dependía de marisqueo, pero ahora siendo de cultivo...
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