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Carmen Ordiz Pérez
Lunes, 19 de junio 2017, 17:20
La historia de la Casería San Juan del Obispo, del empresario asturiano Pepe Meana, nació en 2001 con tres premisas inquebrantables: productos cien por cien naturales y asturianos y al cien por cien de calidad cuando llegan al cliente.
José María Díaz Díaz, exgerente de la Casería, actualmente jubilado, fue un gran apoyo para el ambicioso proyecto de Meana. «Yo venía de una familia llagarera. Pepe, al saber mi experiencia en este mundo, contó conmigo. Él se metió en esto por su gran afición por el mundo de la sidra y los destilados y por su pasión por esta región de la que nunca quiso irse. Queríamos rescatar una sidra a la antigua, como la que bebían nuestros abuelos, saludable. Creemos en el producto y en la sostenibilidad y por eso decidimos usar solo materia prima asturiana y una forma respetuosa de elaboración».
La Casería del Obispo elabora cuatro productos, dos de ellos sidras, Minin y Tareco. Esta última ha vuelto al mercado en mayo. Por otro lado sus prestigiosos y premiados destilados, La Alquitara y El Salvador del Obispo. «Un orujo se obtiene destilando la magaya de la sidra. En nuestro caso los destilados son fruto de la destilación del líquido que tiene la sidra. Para ello la elaboramos y una parte de esa producción se embotella mientras que la otra se destila en alquitaras. Este método te exige utilizar una sidra de muy alta calidad, ya que en caso contrario se potencian los defectos». Para ello, explica José María Díaz, utilizan manzanas de sus pomaradas y de otros productores asturianos. «En su mayoría, de la zona de Gijón y Villaviciosa. Así podemos contrarrestar las carencias de nuestra zona y conseguir una sidra equilibrada y limpia, que da como resultado excelentes aguardientes».
Los aguardientes que se elaboran son el fresco y el viejo de sidra. El primero se obtiene directamente de la sidra y pasa seis meses en reposo en depósitos de acero inoxidable. El viejo de sidra envejece en roble americano y se comercializa tras nueve años de reposo en madera. «La Consejería de Desarrollo Rural y Pesca está apoyándonos mucho para gestionar una denominación de aguardiente de sidra de Asturias ante el Ministerio y ante las autoridades Europeas. Asturias adolece un poco de la fuerza identitaria de otras autonomías en cuanto a la elección del consumidor. La gente no siempre se da cuenta de que cuando elige un producto elaborado con materia prima asturiana y hecho en la región está contribuyendo al desarrollo del territorio».
Destaca en la Casería de San Juan del Obispo su forma de producir y su manera de tratar a la bebida asturiana por excelencia: «Toda la sidra se hace sobre la madre, se hacen mezclas de manzanas y luego de mostos pero sin hacer trasiegos. Aquí la sidra faila Dios: una vez que está en los depósitos actúa la naturaleza y no la mano del hombre, simplemente controlamos la temperatura».
De lo divino habla una leyenda de transmisión oral que cuenta que esta Casería fue propiedad de un obispo medieval, poseedor de una fórmula magistral para la destilación. Algo de la tradición de los antiguos alquimistas debe de quedar en el ambiente.
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