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Carmen Ordiz Pérez
Jueves, 11 de mayo 2017, 11:45
El camino de vuelta a sus orígenes la sorprendió en su época de estudiante en el Instituto Jovellanos cuando, después de debatir entre la rama de enfermería o ser delineante, como su padre, descubrió que su verdadera pasión era la cocina. Sus ganas le llevaron a empezar su carrera como cocinera con un curso del Inem, para después formarse como ayudante de cocina y más adelante formar parte de la primera promoción del Ciclo Formativo de Grado Medio en la Escuela de Hostelería de Gijón.
Agradece y reconoce su conocimiento a los grandes profesionales con los que tuvo la suerte de coincidir durante su formación: Vicente Crespo, Luis Alberto Martínez, Alberto Díaz o Tino Helguera, entre otros. «Ahora está muy en boga el tema de los becarios tras la polémica de estas últimas semanas con los chefs Michelin. Yo recorrí muchos obradores, me fui incluso tres meses un verano a Lloret. Creo que es lo que más puedo agradecer. Hay que formarse y tener muchas ganas, compartir mi momento de aprendizaje junto a expertos me ha hecho ser quien soy, no hay mejor escuela».
Teresa García nos recibe en su confitería, La Tevergana, tocaya de la antigua ferretería de sus abuelos. Se le nota en el saber hacer o en cómo nos muestra su obrador que el sacrificio y el esfuerzo la han acompañado a lo largo de su carrera. Dice haber vuelto a su tierra natal «por cabezona», recordaba estar en el negocio familiar de San Martín y que la gente parase a preguntar por un lugar donde se pudiese comprar dulce. En su subconsciente se quedó ese vacío de mercado que hoy en día es su negocio. Quince son los años que han pasado desde que inaugurasen este establecimiento y aquí junto a su marido, José Antonio Suárez, ha pasado horas y horas, bandejas y más bandejas.
Los suspiros están en su escaparate «por ser algo tradicional, al haber escanda en la zona apostamos por recuperar recetas tradicionales». Las abuelas son las galletas de nata que hacían en su casa, «la clásica, con las natas de la leche del ganado». En la actualidad por medidas sanitarias utilizan mantequilla y avellana tostada o, en el caso de las cookies, chocolate en lugar de frutos secos. Pero sin lugar a duda, las estrellas son las escandinas. Estas galletas por su textura y su sabor delatan la forma en la que las mima su creadora. Son suaves, delicadas y extremadamente adictivas.
Su filosofía dice estar en «trabajar, trabajar y trabajar. En intentar hacer las recetas de la forma más natural posible intentando conservar la tradición en todos los procesos. El hojaldre gusta mucho porque todo es manual y eso se nota». Su objetivo: hacer llegar sus dulces a todos los asturianos. «Venden nuestras pastas en el Hipercor o en el Grupo El Arco pero nuestro principal cliente también está en la pequeña tienda».
Jean de la Fontaine decía que a veces encontramos el destino por los caminos que tomamos para evitarlo. Daremos gracias a esa vía de escape que hizo que Teresa García nos endulce un poco la vida.
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