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La pionera de la cocina en la tele

La pionera de la cocina en la tele

Elena Santonja no fue la primera pero si la inventora de un formato que hoy sigue funcionando aunque nadie lo ha igualado

María De Álvaro

Jueves, 20 de octubre 2016, 12:00

Por su programa pasaron Torrente Ballester o Rosa Chacel como invitados, cuando para ser famoso hacía falta algo más que salir en pantalla.

Elena Santonja se ha muerto y con ella, en cierta medida, una forma de hacer televisión y hasta una época. Su Con las manos en la masa, en antena entre 1984 y 1991, marcó a varias generaciones y puso a cocinar a muchos por primera vez. Se dice que Arguiñano hizo accesibles los fogones a todos, pero fue Santonja la pionera y la maestra, aunque le precediese Maruja Callaved con Vamos a la mesa allá por los años 60. Santonja marcó época y estilo desde el primer programa hasta el último, tanto que su estreno estuvo protagonizado por la más simple y, a la vez, complicada de las recetas: el noble arte de freir un huevo. Toda una declaración de intenciones.

Elena Santonja cocinaba sus platos y presentaba el programa, pero también lo dirigía, y cuentan que con mano firme. Pintora de vocación y herencia (era bisnieta de Eduardo Rosales) y actriz por amor y pasión (estaba casada con Jaime de Armiñán desde hace más de 60 años y trabajó a las órdenes de Berlanga, Luis Borau o Adolfo Marsillach; ahí es nada), se inventó un formato que ahora parece que ha existido siempre. La cosa transcurría en su casa (o como en su casa, porque ser, claro, era un plató de Prado del Rey) y por allí pasaban personajes populares que le ayudaban a preparar platos de siempre, de los de toda la vida, cada uno su especialidad.

Hasta 300 invitados se metieron en harina con Elena Santonja. Del mundo del cine, todos, porque todos eran sus amigos: de Fernando Fernán Gómez, un hermano para su marido, a Amparo Rivelles, pasando por Almodóvar, que preparó, naturalmente, unas migas manchegas. También los escritores Torrente Ballester y Rosa Chacel, que entonces para ser famoso había que hacer algo más que destripar vidas propias y ajenas en televisión.

Con las manos en la masa enseñó a los niños de los ochenta lo que era un cochifrito, a sus padres a preparar un estofado de los de toda la vida, refrescó para sus abuelos recetas olvidadas y, sobre todo, logró meterse en las casas hasta el punto de que Elena Santonja se convirtió en una más de muchas familias.

Imposible olvidar la sintonía de cabecera del programa, aquel «siempre que vuelves a casa, me pillas en la cocina, embadurnada de harina, con las manos en la masa», una canción de Gloria Van Aerssen, fallecida hace apenas unos meses, y su hermana Carmen, el igualmente inolvidable dúo Vainica Doble.

Antes de los Master Chef y de los Top Chef, antes de que llegase Chicote y su Pesadilla en la cocina, antes de los canales temáticos, de la revolución de Jaime Oliver y hasta de Gordon Ramsay, antes de todos ellos estaba Elena Santonja con las manos en la masa. Y todos le deben el haber ideado una forma de hacer televisión y de hacer accesible la cocina a todos los públicos.

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