Wilkin Aquiles: «El mejor premio es que vayan a la sidrería a pedir que eches tú el culín»

Técnica cultivada en el oficio diario, precisión matemática y un temple a prueba de bombas son las armas nada secretas del campeón del mundo de escanciado de sidra Wilkin Aquiles, que el pasado domingo se alzaba en Nava con el primer triunfo de las grandes pruebas veraniegas. «Tuve suerte y me salió bien», declara detrás de la barra de la Sidrería Avenida de Gijón, en la que trabaja el ganador del XXXIII Concurso de la villa naveta. Era la segunda victoria en el certamen de uno de los echadores con un palmarés más brillante y en el que además del título mundial -conseguido en febrero-, lleva a cuestas dos absolutos de Asturias e infinidad de primeros puestos en competiciones de todo el Principado.

De todas sus virtudes, el dominicano reconoce con humildad la de «controlar los nervios, algo que no siempre resulta fácil. Es importante saber hacerlo antes de empezar, porque te pueden jugar una mala pasada. El domingo me ocurrió con un culín. A veces ese desliz te puede echar abajo todo. Por eso la tranquilidad es la mejor aliada», explica. Quienes lo conocen y lo siguen desde que hace 13 años comenzó a destacar en los concursos, aseguran que, salvo el mal día que puede tener cualquiera, Aquiles no tiene talón vulnerable, a diferencia del héroe troyano. «Conté con un buen maestro, Pablo Costales, que me animó a competir y él mismo me llevaba a los eventos y traía de vuelta. Observando allí a los grandes fui aprendiendo. A los dos meses de empezar tenía la técnica dominada. El resto ha sido trabajando: los dueños de las sidrerías y los clientes me ayudaron exigiéndome escanciar bien», relata.

Estar entre los mejores confiesa que es su mayor orgullo: «Hay un nivel muy grande. Competir con profesionales como Salvador Ondó, cuatro veces campeón de Asturias, Marcos Ramos, Jonathan Trabanco, Pablo Álvarez y Jeison Franco es un reto enorme y sabes que hasta que no baja el último del escenario no hay ganador». Admite la rivalidad sana en las pruebas: «Arriba vas a ganar, pero eso queda ahí. Todos somos amigos y no hay piquilla entre nosotros». El verdadero premio, aparte del metálico, sostiene que «es el caché de que la gente vaya a tu sidrería a saludarte y pedir que tú les eches los culinos. Eso sí presta», asegura. El aliento del público es lo que reconoce que más va a echar en falta en los certámenes del verano de la pandemia: «Esperemos que más adelante alguno pueda hacerse con gente, que es lo guapo».

Escanciar con mascarilla tampoco es problema para Aquiles: «Estoy ya tan acostumbrado que al llegar a casa me olvido de quitármela». Ha empezado con buen pie el calendario competitivo, aunque opina que «es muy pronto para saber quién será el próximo campeón. Ganas las tenemos todos y nivel también». Su alegría ahora «es ver a los clientes de la sidrería apoyándonos. Eso es bueno para todos», afirma.