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María Oliva Echevarría, con marañueles, en La Casina del Pan (Candás). JUAN CARLOS TUERO
«La marañuela es el sentir de un pueblo»

«La marañuela es el sentir de un pueblo»

Candás y Luanco comparten dulce en cuanto a historia y tradición, pero no así en cuanto a ingredientes utilizados

Jueves, 5 de noviembre 2020, 12:09

La marañuela es mucho más que el dulce típico que se hace en la costa central de Asturias. «Es el sentimiento de un pueblo», resume Beatriz Ruiz. Y parte de su historia, pues el Museo Marítimo de la región, con sede en Luanco, atesora referencias de su existencia del siglo XVIII.

La marañuela era el dulce que se hacía en las casas de Luanco (Gozón) y Candás (Carreño), el que se mandaba a la familia que había emigrado y al hombre que en temporada salía a la costera. ¿Por qué? «Porque aguanta mucho tiempo, en cuatro meses por lo menos no dan problema ni de sabor ni de apariencia ni de nada, y porque los ingredientes empleados aportan buenas dosis de energía a los marineros que salían de casa sin medios de conservación de alimentos», explica Rico, de El Horno de Luanco.

La cultura marinera de la zona de elaboración fue la que le dio nombre. Esta especie de galleta se empezó a llamar 'marañuela' por su apariencia enmarañada que homenajeaba a los nudos marineros. Se acostumbraba a hacer, como tantos productos antaño, en Semana Santa, de ahí que fuera el presente que le regalaban los padrinos a sus ahijados y, por costumbre, también la familia del novio a la novia en la pedida.

Les marañueles de Candás y Luanco llevan siendo Alimento del Paraíso Natural desde 2016, año en que el pliego de condiciones incluyó las variaciones del dulce de ambos pueblos, pues pese a que la razón de ser, la historia y la tradición son las mismas, no lo son los ingredientes utilizados. Ambas llevan, según el documento oficial, harina de trigo, azúcar blanca, mantequilla de vaca cocida, huevos de gallina y ralladura de limón y, si gusta, anís, canela molida, sal y aditivos autorizados.

Los huevos

El pliego establece que en la variante de Candás los huevos se incorporan siempre enteros, y deberán ser un mínimo de tres por cada kilo de harina, mientras que en la de Luanco se incorporan mayoritariamente las yemas y también un huevo entero por cada kilo de harina. Esta circunstancia se percibe en la consistencia final del producto: «Nosotros no echamos claras que le den tamaño ni levaduras y por eso resulta un producto compacto y crujiente», explican en Luanco. De ahí la importancia que le dan a utilizar el horno de leña en el que se hicieron siempre, pues es lo que consigue que cuando la metas en la boca cueste oír el chasquido, pero que en el momento en que está dentro se deshaga sin problema. Un horno eléctrico nos las deja demasiado secas», apunta Beatriz Rico, en cuyo Horno de Luanco hasta hace siete años recibían les marañueles que hacían las vecinas que querían acabar su elaboración en el horno de leña del local, de cuatro metros y medio de diámetro Por otro lado, la de Candás, además de saber más a anís, queda más esponjosa por, precisamente, el empleo de las dos partes del huevo. Así lo explica una de sus elaboradoras, acogidas a la marca de garantía Alimentos del Paraíso, María Oliva Echevarría, al frente de La Casina del Pan.

La mantequilla cocida es un requisito fundamental que las elaboradoras de marañueles destacan sobremanera y respecto al que advierten de que no basta con ablandarla ni clarificarla, se tiene todavía que dar dar un paso más. «De esta forma se potencia totalmente su sabor pero, sobre todo, al perder tanta grasa, la mantequilla rompe su caducidad y hace de conservante natural. Por eso aguanta tantos meses», revela Beatriz Rico acerca de un método de conservación de cuando en las casas se hacía mantequilla y no había dónde guardarla.

Las elaboradoras de este dulce tan asturiano consiguieron hace tiempo ya sacar a la marañuela de la estacionalidad que acostumbraba. Ahora, cualquier día es posible comprarlas en ambas villas marineras sin tener que esperar a Semana Santa. Esta y la de ofrecer su horno a las vecinas fueron las motivaciones de Marcela Gutiérrez, al frente del Horno de Luanco, cuando cogió las riendas hace 28 años.

«Alimentos del Paraíso nos ha dado visibilidad y nos aporta más calidad, porque es decir que el Principado lo reconoce como bueno», concluye Echevarría.

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