Urgente La familia García Vallina pone a la venta TSK para poder seguir creciendo
La viticultora madrileña Inma Badillo, con su tinto Felipe El Carretero en la playa de Bañugues. SARAH VASCO

«Nadie quiere trabajar en las viñas, yo estoy recuperando la zona»

Inma Badillo, viticultora ·

Esta madrileña de alma asturiana regresó al pueblo salmantino de sus abuelos para hacer un vino «tranquilo y honesto» muy vinculado a la tierra

Jueves, 5 de agosto 2021, 13:32

Inma Badillo cambió el marketing por el vino. Esta madrileña «con alma asturiana» abrió una vinatería en Alcalá hace 10 años y hace tres empezó a elaborar en el pueblo salmantino de sus abuelos. Sus vinos: Teso La Horca (blanco), Just Arrived (clarete) y Felipe El Caminero (tinto) viajaron hasta el restaurante Mi Candelita (Bañugues) para estrenar el proyecto 'Enolocas'.

Publicidad

-Su camino empieza en el lado del marketing. ¿Qué hacía y cuándo aparece el vino?

-En 2010, paralelamente a que empecé a viajar a Latinoamérica como 'brand manager' para la productora de Pocoyó, abrí una pequeña vinoteca en Alcalá de Henares por mi gusto al mundo del vino. Después, empecé a colaborar con una bodega. Una cosa llevó a otra hasta que decidí comprar mi propia viña y elaborar hace tres años. Todo paralelo a la formación, puesto que acabé el grado de Viticultura y Enología y me dije 'o lo hago ahora o no será nunca'.

-¿Cuál es el proyecto?

-Hay una sociedad, que se llama Viña del Oeste, dentro de la que está mi marca, Inma Badillo Viticultora. En ella quería desarrollar dos conceptos: ser mujer dedicada al vino y una forma concreta de elaborar que fuera tranquila, pequeña y honesta, pero con consistencia.

-Presentó en Mi Candelita la segunda añada. ¿Qué vinos hace?

-En la primera cosecha, la de 2019, salí solo con un blanco y un clarete, pero esta he desarrollado tres vinos jóvenes. Estoy haciendo una evolución porque quiero consolidar el producto en el mercado. Por ejemplo, el primer año, hice la maceración del blanco con sus pieles en una tinaja de la Sierra de Gredos de 1928 y cuando acabó la fermentación alcohólica lo tuve en una bota de oloroso saliendo un vino naranja. Este año, las variedades han sido las mismas, pero las vinificaciones no. Hay cosas que tengo claras y seguirán siendo así: el blanco llevará variedades palomino, Doña Blanca y blanco rubio; el clarete procederá de una viña de más de 100 años, tenga más o menos maceración, y el tinto será 50% tempranillo de Zamora y 50% de otras variedades.

-¿Por qué dos nombres son muy castellanos y uno es anglosajón?

-Just Arrived es el primero. Jugué con la palabra del Parque Natural de Arribes del Duero con el verbo en inglés. En la etiqueta del primer año, las letras son grandes para reforzar la idea de recién llegada, pero, según he ido vinificando, la 't' y la 'd' se han reducido para que se vea más 'arrive', que tiene que ver directamente con la zona donde estoy.

Publicidad

-¿Cuánto vino hace?

-Muy poco, trabajo 6.500 kilos de uva. Tengo una viña vieja de 100 años, otra de bruñal segundo año y media hectárea que acabo de hacer. Pero compro uva a mis vecinos; tengo apalabrada una viña para la tempranillo desde hace tres años. Me piden que me ocupe de la viña y me llevo la uva, por lo que estoy haciendo una labor de recuperación de la zona porque la gente ya no quiere dedicarse al campo. Nadie quiere trabajar en las viñas, soy la única.

-Tener una vinoteca le habrá ayudado a ver lo que funciona.

-Sí. Lo que se aprende estando en el mercado es a ver los gustos estándar de la gente en general. Y, tras 10 años teniendo 100 vinos en carta, también a identificar el perfil de vino que te gusta a ti. Cuando haces un vino, tiendes a sacar lo que a ti te puede gustar, a lograr la mejor receta con los medios al alcance.

Publicidad

-Está muy vinculada con Asturias...

-Tanto que vendo vino en Madrid, Salamanca y aquí. Mi marido era asturiano y mi hija nació aquí. Nos separa la distancia, pero no los lazos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad