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Fiestas del vino hay muchas a lo largo y ancho del país, pero la de Ibias empieza el próximo viernes teniendo como día clave el sábado. Su decimotercera edición trae novedades, como que la Asociación de Viticultores y Bodegueros del Valle del Río Ibias, constituida ... en plena pandemia, se ha hecho cargo de la organización. Su secretario, el ingeniero jubilado y propietario de la pequeña bodega ibiense Viña Cuedo, Víctor Méndez, adelanta el programa con el firme objetivo de defender «el pasado, presente y futuro vinícola» del concejo.
-Proponen 'regar' la jornada de reflexión. ¿Cuál es la razón de la fiesta del vino de Ibias?
-Promocionar la imagen de Ibias y, en particular, del concejo como tierra de vino. También dinamizar la actividad económica, favorecer la promoción de empresas, productos y servicios relacionados con la elaboración y degustación del vino y propiciar intercambios comerciales en un espacio lúdico. Fiestas en torno a esta bebida hay muchas y en muchos sitios; la nuestra es para demostrar que en Ibias tenemos vino y que además es bueno.
-Este año asume la organización la Asociación de Viticultores y Bodegueros del Valle del Río Ibias. ¿Cuál es el plan?
-Con la colaboración del Ayuntamiento. Habrá siete bodegas profesionales de Ibias, Cangas del Narcea y Negueira de Muñiz (Lugo) y los vecinos aportarán también sus producciones. Lo que queremos es que sea una buena ventana de exposición de los vinos que se están haciendo en la zona. Habrá feria, animación musical, una pulpeira...
-¿Qué razones explican la asociación?
-La constituimos en 2021, en plena pandemia, y es ahora cuando la empezamos a rodar de verdad. Estuve tres años viviendo en Chantada, conocí su fiesta del vino y cómo lo promocionaban ahí, y me dije que aquello teníamos que hacerlo en Ibias, pero en pequeño. Preparé un proyecto, que fue el germen de nuestra fiesta, y más tarde creamos la asociación. Con ella nos dimos cuenta de que se pueden hacer más cosas, y en esas estamos, dando mucha importancia a las labores de divulgación. Fomentamos cursos de tratamientos fitosanitarios o para la obtención del carné necesario, este impulsado por el Ayuntamiento; organizamos excursiones a zonas vinícolas y somos el interlocutor de cualquiera que quiera conocer lo que se hace en la viña o formar parte. También trabajamos con el colegio para acercar a los niños al campo; hemos organizado concursos de dibujo, redacción y audiovisual s, cuyos ganadores anunciaremos en la fiesta. Ahora 34
-¿Cuántos miembros son?, ¿se desmarcan con la fiesta y la asociación de Cangas?
-Ahora somos 34. Para nada. Estamos para sumar, no para restar ni dividir. Somos pocos si encima nos dividimos...
-¿Todavía pesa la mala fama que tenía el vino del suroccidente?
-Menos. Es que antes se elaboraba mal; ahora, en cambio, se han introducido una serie de variables que hacen que con la misma base salga un producto muy bueno: las bodegas profesionales seleccionan la uva, vendimias cuando la fruta alcanza un grado de maduración y acidez adecuados y fermentas con condiciones adecuadas... Antes no había esos miramientos.
-Históricamente, en el suroccidente había más hectáreas dedicadas a la viña. ¿Qué pasa?
-Un miembro de la asociación encontró hace poco en el Catastro de Ensenada de mitad del siglo XVIII datos que indican que había 90 hectáreas de viñedo en el límite gallego, con lo que en Ibias seguramente habría más. Pero ha desaparecido la viña porque se ha ido la gente. Lo que se mantiene entre los de la zona es la elaboración para consumo propio, con uva llegada de El Bierzo o Zamora y, a veces, mezclada con cepa propia. Por suerte se está plantando y ya hay tres bodegas en Ibias.
-¿Por qué se embarcó en la Bodega Viña Cuedo?
-Es un hobby. Mi abuelo regentaba un bar-tienda y plantó una viña en los años 20 ó 30 del siglo pasado. Pero la mayoría de sus hijos se fue del pueblo, por lo que aquello quedó abandonado y en el terreno se llegaron a plantar pinos en los 80. Así estuvo hasta que yo se lo compro a mi madre y a mi tía y, en 2006, retomo la uva. Tenía el recuerdo de ir de niño a vendimiar y pisar la fruta con mis primos, así que lo puse a funcionar con la idea de trabajarla los fines de semana. Fui poco a poco, primero vendiendo la uva, hasta que en 2016 abro la bodega con una producción muy pequeña, de 1.100 botellas el último año.
-¿Qué supone la viticultura para Ibias en términos económicos?
-De momento poco, pero puede aportar mucho más y eso es lo que queremos. Yo sostengo que una plantación de cuatro hectáreas mantiene a una familia bien. ¿Qué pasa? Que el terreno es muy agreste, pero se puede abancalar, y que no hay gente joven, casi no hay ya ni mayores.
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