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AZAHARA VILLACORTA
Domingo, 8 de marzo 2020, 03:51
«Hay gente que, cuando va a un restaurante, pregunta quién es el chef. Casi nunca preguntan quién es la cocinera». Y ese ejemplo es un síntoma de que «sigue siendo totalmente necesario luchar contra la desigualdad en todos los planos». Así que Yvonne ... Corral y su hija Sara López -la mayor de cinco hermanos- lo tienen muy claro: «Hoy en día, ser feminista debería ser obligatorio».
Saben bien de lo que hablan, porque, en el mundo de la restauración, «se reconoce más a los cocineros que a sus colegas mujeres». Solo hay que echar un vistazo a las estrellas Michelin, que, año tras año, perpetúan una paradoja: mientras que la mayor parte de nuestros sabores más queridos están asociados a las madres o abuelas, los que se llevan los laureles de los fogones son casi siempre ellos.
Aunque también para eso tienen Yvonne (54) y su hija Sara (35) una explicación. «Sin querer generalizar, nosotras nos dedicamos más a trabajar duro y menos a exhibirnos que ellos. Nos vendemos peor», afirman estas dos «guerreras» que, como Guisanderas de Asturias, se reclaman «herederas de los guisos ancestrales de todas esas mujeres» desde la cocina de Casa Telva, el delicioso restaurante que regentan en el corazón de Valdesoto (Siero). Y, de repente, todo encaja, porque el negocio que inauguraron en 1992 -y al que luego sumaron el catering Flor de Cerezo- lleva el nombre de Etelvina Palacio, bisabuela de Sara. Una mujer de bandera que, «a pesar de ser madre soltera, montó un bar-confitería y llegó a regentar dos cines, tirando ella de todo»: el de Valdesoto y el Cinema Palacio, en Pinzales, en la parroquia gijonesa de Cenero.
Aquel bar de pueblo que, tras la muerte de Etelvina, permaneció cerrado durante muchos años, es hoy un baluarte de la cocina tradicional asturiana con Yvonne -hija de la emigración casina a Bélgica, de la que regresó para casarse con Juan Luis López Coya- y Sara a los mandos. Dos chefs que han elevado platos como los callos a la categoría de arte. «No deberíamos decirlo nosotras, pero nos salen muy buenos», bromean. Aunque, si tuviesen que quedarse con una sola 'delicatessen', no lo dudan: «Pitu de caleya asado». Eso sí, Sara tampoco le haría ascos a un buen sushi.
Es casi en lo único que coinciden esta hija «minuciosa y peleona» («hasta que no tuvo cinco años no nos dejó dormir una noche entera») que ha hecho de Casa Telva también un estandarte del movimiento 'slow food' y su madre, «que es bastante más nerviosa. Una bomba de relojería» cuando arranca el servicio. Así que riñen por cosas «como la cantidad de comida que hay que poner en el plato. Lo bueno es que, como hay confianza, enseguida pasa».
Y, cuando terminan las jornadas, que «suele ser muy largas», todavía hay días en los que se sientan juntas a ver un programa que les encanta: 'Las recetas de Julie', en el que cocinera Julie Andrieu recorre Francia para descubrir el país galo a través de sus potas. Porque estas dos mujeres nunca paran: «Hay días en los que cocinas y ríes y otros en los que cocinas y lloras, pero cocinas».
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