

Secciones
Servicios
Destacamos
¿A qué debe oler y saber una sidra para calificarla de buena? A esta pregunta llena de matices aportó ayer repuestas el enólogo de ... El Gaitero, Tano Collada, en una masterclass dirigida a explicar los parámetros para hacer una análisis sensorial. Fueron respuestas generales porque «en cuestión de gustos no hay nada escrito», dijo. No obstante, matizó, hay estándares que determinan el conocimiento de la DOP Sidra de Asturias, «la que tiene la etiquetina», concretó el gerente de su Consejo Regulador, Daniel Ruiz.
No toda la que llega al Consejo Regulador para su amparo lo consigue. La que lo logra, que es mucha porque los llagares realizan una cata previa, tiene que cumplimentar dos requisitos: una fase de cata y una analítica. En el primero se atiende a tres fases: visual, olfativa y gustativa. Y en el segundo, a cuatro: acidez volátil, graduación alcohólica, sulfúrico y gas.
Los parámetros de cata visuales a atender son espalme (genera una espuma que desaparece poco después), aguante (la cantidad de carbónico que tiene y el tiempo que tarda en desaparecer) y pegue (el rastro que queda en el vaso).
A partir de ahí juegan el olfato y el gusto. Y ahí para gustos los colores, teniendo en cuenta que no todo es blanco o negro. «Un trago bueno es aquel que tiene acidez, se percibe amargor, nada de dulzor y es, en general, redondo», concretó el enólogo maliayo. Los perfiles que abundan ahora en el mercado de la sidra son los que tienden, en fase olfativa, «a frutas y flores o se van por la línea de los herbáceos, es decir, como a césped recién cortado».
Los defectos muchas veces no se presentan con toda su rotundidad, sino camuflados. Incidió Collada en que ahora hay uno leve que cada vez se manifiesta más en el mercado y hasta gusta. Se trata de ese culín que deja una sensación medio láctica y amargor en boca. Es en la que los profesionales reconocen 'el crudo', aquella que se embotelló dos meses antes de su momento óptimo. «Acabó la maloláctica, pero a partir de los 15 días embotellada irá a peor», explicó el enólogo ante el aforo del Aula Sidrera del CIFP Hostelería y Turismo de Gijón.
Visualmente, la sidra asturiana tiende a ser clara. Esto se debe a las manzanas utilizadas. «Si fueran variedades amargas, que tienen polifenoles que se oxidan, tendría un color ámbar», precisó. Mil matices de nuestro néctar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
A. C. Busto / N. A. Erausquin
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.