«Lo clásico me parece más duradero, las modas pasan»
PATRICIA PIDAL SOBRINO. CONFITERÍA PEÑALBA ·
«Soy extremadamente detallista, no puedo ver un lazo mal puesto, una caja arrugada o una bandeja mal envuelta»Secciones
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PATRICIA PIDAL SOBRINO. CONFITERÍA PEÑALBA ·
«Soy extremadamente detallista, no puedo ver un lazo mal puesto, una caja arrugada o una bandeja mal envuelta»Peñalba es una referancia dentro y fuera de Asturias desde hace más de medio siglo. Sus bombones se han convertido en un regalo lleno de gusto y sofisticación. Patricia Pidal Sobrino (Oviedo, 1971) cuida de que todo siga igual para que Peñalba nunca pase de ... moda.
Historia viva. «La empresa empezó en 1930 con el café Peñalba en la calle Uría, que fue tan importante en la ciudad, y paralelamente abrió la confitería. El café cerró en el 62, pero la confitería continuó con las mismas elaboraciones. Aunque la empresa tiene muchos años, fueron generaciones muy largas, yo vengo a ser una tercera generación. No pasó específicamente de abuelos a nietos, en este caso fue de tíos a sobrinos y de mis padres a nosotros. Yo prácticamente nací aquí, llevo toda la vida unida a este negocio, desde bien pequeña ayudaba a las chicas que había trabajando en el obrador o preparando regalos y envíos, un poco como ahora que sigo viniendo a echar una mano donde haga falta. Al ser una empresa familiar todos tenemos nuestras funciones pero ayudamos un poco en todo, tanto mi madre como mi hermano y yo».
Las recetas y las manos. «Las recetas han cambiado muy poco, siempre se buscan los mejores ingredientes y hay que adaptarse al paso del tiempo pero seguimos siendo un obrador artesano. La materia prima es la mejor, pero eso es cuestión de buscarlo y pagarlo, por lo que creo que el secreto está en las recetas. Con el prestigio no se come, se prueba pero no se repite. La antigüedad y el prestigio no cuentan si no hay calidad y buena mano. Cualquiera que pase por el obrador no puede repetir lo que hacemos, se requieren muchos años para aprender todos los procesos y estar muy capacitado para lograr comprender y manejar preparaciones que requieren mucha precisión. Además, no deja de ser un trabajo en equipo, donde cada uno cuida de su parte. No se trata de mezclar cuatro ingredientes y meterlos en un horno, hay mucho detrás. Es como el que copia una receta de un restaurante, un cuadro, un vestido o una partitura, los elementos y la forma de hacerlo puede ser la misma, pero el resultado nunca va a ser igual.
Clásico y moderno. «Es más difícil mantener algo sin que cambie que hacer algo nuevo. Tú puedes empezar un negocio y sólo por la novedad, las redes sociales, una bonita decoración o un chef de renombre vas a tener muchísima repercusión. Pero eso sólo es un envoltorio bonito, lo importante es mantener una calidad en el producto y el servicio y además adaptarse a los cambios propios de la vida o la sociedad. Nosotros ahora vendemos mucho por internet, tenemos que cuidar las redes sociales, eso es algo que antes no existía. O el tema de los regalos de boda, que tuvo un éxito brutal de unos años a esta parte y tenemos que atender esa demanda».
Vencer la timidez. «Yo era sumamente tímida, lo sigo siendo en realidad, pero el ponerme delante del público me ha ayudado muchísimo. Para mí era un suplicio estar envolviendo unos pasteles ante la mirada de un cliente. Me gustaba mucho ver cómo preparaban los regalos, me sigue gustando y disfruto mucho haciéndolo. Le doy una importancia exagerada a la presentación de las cosas, soy extremadamente detallista e intento que eso no baje nunca el nivel. No puedo ver un lazo mal puesto, una caja arrugada o una bandeja mal envuelta. Nunca fui demasiado golosa pero lo que me gusta me encanta, paso ganas todos los días de comer un cachín de nuestra tarta de manzana. Los que engordamos con sólo mirar tenemos que reprimirnos, pero sí que me gusta disfrutar de vez en cuando de unos bombones o unos pastelillos salados, que me vuelven loca».
Cuidar lo que tienes. «Lo clásico me parece más duradero, las modas pasan. A mí no me importaría darle un cambio a la tienda y ponerla patas arriba estéticamente, pero igual a los pocos años me canso o cansan los demás. Prefiero seguir una línea clásica en casi todos los aspectos. Entiendo que algo novedoso atrae, pero las tendencias van y vienen. Me gustaría probar más cosas pero hay una producción que hay que cumplir y hay que hacerlo bien, no nos sobra demasiado tiempo. Lo que se tiene se cuida, no se empiezan a abrir horizontes sin saber qué va a pasar o descuidando lo que hay. Toda la vida nos estuvieron preguntando por qué no abríamos una tienda en Madrid, pero yo soy más de cuidar lo que tengo».
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