ANA SEGURA
Jueves, 13 de mayo 2021, 12:08
Tiempo atrás, Ángel Iglesias, alma y gerente de Embutidos Alto Nalón, colmaba su furgoneta de producto y participaba en hasta ocho ferias al mes. Un no parar. Sus chorizos de jabalí y venado, la longaniza de la abuela y otras muchas especialidades, convertidas en santo y seña de la marca, triunfaban en los mercados. Ahora, con un más del cincuenta por ciento de la cuota de negocio enfocada a la hostelería, únicamente visita dos eventos. Por un lado, la Feria de Muestras de Gijón, en donde, con permiso de la pandemia, la contundencia de su bocata es todo un clásico, y La Ascensión, que arranca mañana en Oviedo.
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El reencuentro cara a cara con la clientela tras el obligado parón servirá para presentar el más nuevo de todos los productos de una empresa que suma más de un cuarto de siglo al pie del cañón conjugando el alma artesana con nuevas ideas con las que dar un giro de tuerca a la tradición. En esta ocasión, la apuesta es por un sabor extremo: chorizo con chile habanero escorpión, uno de los pimientos más picantes del mundo y una rareza que se cotiza a 350 euros el kilo. Si a Iglesias ya le decían que sus embutidos, no todos, picaban, la intensidad de esta nueva especialidad juega en una liga nueva.
Hijo de carnicero, al empresario, que de crío ya embutía, no puede negársele la visión. Cuando comenzó a importar la cecina de 'angus' de Estados Unidos, la carne apenas era conocida en España pero tampoco en el mundo. De hecho, la adquiría, y vendía, mucho más barata que la elaborada en León. El precio desde entonces se ha disparado un 70% impulsado por la demanda mundial. A él, el boom le pilló posicionado y cada mes llegan a su factoría en Muñera (Laviana) mil kilos del producto, convirtiéndose junto al chorizo de venado y al de jabalí en uno de sus grandes reclamos.
El empresario cuenta, entre sorprendido y extrañado, que cada vez suma más clientes de hostelería. Aparecen sin buscarlos y, dada la peculiaridad de los tiempos que corren, el fenómeno es cuanto menos llamativo. Barrunta que es fruto de una creciente apuesta por la calidad del sector horeca. Hace mucho que él decidió que ese sería su campo de batalla en lugar de las guerras por el precio o la pérdida de identidad a costa de emprender grandes producciones imposibles de controlar.
El suyo es un proyecto familiar integrado por cinco personas que crece sosegado desde hace 26 años. Entonces, él regresaba de la mili. Su padre, al que todos conocen como Molina, le dio a elegir entre carnicería o empresa. Escogió lo segundo, precisamente por la posibilidad de expandirse, pero en el viaje ha aprendido que es mejor hacerlo sin prisa. Día a día, paso a paso, chorizo a chorizo.
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