Las cenas y comida de 'traje' triunfan en Navidad

Las comidas de 'traje' nada tienen que ver con la etiqueta. No requieren camisa ni corbata pero sí contribución. Se trata de reuniones sociales donde cada invitado lleva un platillo, bebida o postre para compartir con el grupo. Su nombre, aunque juegue al engaño, es la conjugación del verbo traer, primera persona del pretérito perfecto simple.

«Yo traje esto, tú trajiste aquello». Y así surgen encuentros informales, económicos y en los que el esfuerzo de preparar el convite se reparte entre todos. Cada vez más los ágapes entre amigos, primos o compañeros de trabajo tiran de esta fórmula en Navidad, en la que los mayores desafíos son la coordinación de todos para lograr un menú equilibrado y la logística del traslado.

La sopa que llega fría, el pastel al borde del descalabro…son males menores comparados con los beneficios de este tipo de reuniones, que atienden también a un perfil de anfitrión diferente. Adiós a la imagen de la matriarca abnegada que pasaba días encerrada entre fogones preparando la pitanza.

El tiempo es cada vez un bien más escaso y dividir los esfuerzos permitir ganar minutos, que a la vez son momentos vitales. En las comidas de traje no recae todo el esfuerzo en un solo anfitrión pero tampoco todo el gasto, otra cuestión que no es baladí. No es lo mismo poner veinte euros por barba que desembolsar 300, si hay quince invitados.

Además, está la diversidad de opciones. Los comensales pueden probar diferentes platillos, a menudo representativos de sus gustos, habilidades culinarias o sus orígenes. Esto fomenta la variedad en el menú y permite exhibir las fortalezas personales en la cocina porque cada uno llevará lo que mejor hace. La tortilla será la especialidad de uno, el salmorejo de otro, el pollo al ajillo…

Cada propuesta puede ajustarse al presupuesto que el 'chef' elija y muchas recetas son únicas o exóticas, lo que las convierte en una experiencia culinaria enriquecedora. Cada invitado asume un rol activo, lo que genera un sentido de comunidad y pertenencia.

Lo ideal, en una cena de traje, es dividirse el trabajo por categorías: entrantes, platos principales, bebidas, postres…. En el primer apartado, acostumbran a ser socorridas las cremas para dipear, como el hummus o el guacamole, las tablas de queso o embutidos, 'bruchettas' variadas, los rollitos de jamón y queso, las tartaletas - de salmón ahumado con crema de eneldo o de de queso de cabra, cebolla caramelizada y nueces, por ejemplo- un foie con compota de higos o chutney de cebolla….

Completan a la perfección el menú propuestas frías que no requieren de un golpe de calor final, aunque también se puede pasar por el microondas o el horno del anfitrión a última hora: ensaladas variadas, quiches, lasañas, tacos y burritos para montar sobre la marcha… En los postres triunfan las tartas, el onmipresente brownie, los cupcakes, los vasitos de panna cotta o de tiramisú o las brochetas de fruta para aportar un punto más saludable a los encuentros.

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