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Jesús Lens
Sábado, 1 de julio 2023, 08:31
Ya saben que desconfiamos de la etiqueta 'superalimento', que se aplica con demasiada facilidad y muy poco rigor en cuanto algún famoso y/o influencer aparece en las redes sociales alabando sus bondades casi milagrosas. Desde los tiempos de los vendedores de crecepelo, nunca falta ... un productazo capaz de mejorarnos vertiginosamente.
Disculpen el preámbulo, pero ha sido empezar a leer de los arándanos y el famoso concepto de 'superalimento' no ha dejado de aparecer en pantalla. Que no le quiero yo restar un ápice de valor a sus propiedades nutricionales, pero milagros, los justos. Y los jueves.
Dicho lo cuál: además de ser una palabra que suena superbien, casi que acaricia nuestros oídos, el arándano es y está muy rico. Los antioxidantes que contribuyen a mitigar los efectos del envejecimiento, por ejemplo, que para ser tan pequeños, los aportan en gran cantidad a nuestro organismo. Además, tienen muy pocas calorías y prácticamente ninguna grasa. Si le sumamos su aporte en fibra, tenemos otra fruta que se convierte en buena aliada para las operaciones-bermuda tan propias de esta época del año.
Por cuanto a las vitaminas, destacan la B y la C y gracias a ellas y a su alto contenido en antocianinas, son grandes aliadas contra las infecciones, sobre todo las de orina, al combatir las bacterias que las provocan. A todo ello hay que añadirle que contribuyen a mejorar las defensas de nuestro cuerpo. Por todo ello, si bien no hay que considerar a los arándanos propiedades mágicas, el gran Superratón no duraría en recomendarlos a la hora de supervitaminarse y mineralizarse.
La forma más habitual que tomar arándanos es como postre. También en forma de batidos, solos o con otros frutos rojos como las fresas o las frambuesas. Y salpimentando un sano yogur natural también son imbatibles. A la hora de hacer salsas para carnes fuertes, como las de caza, van muy bien. Una salsa con arándanos, naranja, vino blanco, azúcar, sal y pimienta le da un contrapunto agridulce. Y si le gustan esas combinaciones de sabores, enfréntelos a frutas más naturalmente dulces como la piña o el mango: dan la talla.
Si los compramos congelados, los arándanos mantienen todas sus propiedades. Y convertidos en zumo siguen siendo sanos. Pero no nos hagamos trampas: desecados para comer como snack a mitad de mañana o de tarde, ya no son lo mismo. Y no digamos una vez que se calientan para hacer mermelada con ellos. Nada de hacerse tostadas del tamaño de una hogaza por las mañanas y empapuzarlas de mantequilla y mermelada de arándanos con la excusa de la dosis diaria de fruta.
No está muy claro el origen más lejano del arándano, pero en su explosión comercial han tenido mucha influencia los Estados Unidos, donde tienen devoción por los famosos blueberry, sobre todo en estados productores como Oregón.
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