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Piensa cada respuesta esta enamorada del cine nacida en Grecia y crecida como cineasta en EE UU que hoy se subirá al escenario del Teatro ... Jovellanos para recoger el Premio de Honor del FICX. Athina Rachel Tsangari tiene ya dos ideas rondándole por la cabeza para una nueva película como directora.
–¿Cómo sienta un premio como este?
–Cuando haces películas y tu base es un país pequeño como Grecia y además eres una mujer no sabes si tu trabajo va a tener visibilidad y cuando un festival que admiras te llama te sientes honrada, sorprendida y feliz.
–Productora, guionista, directora, actriz... ¿Qué le gusta de cada faceta?
–He trabajado como actriz porque me lo pidió un amigo, pero no me considero tal. Me siento cómoda con la palabra cineasta más que productora o directora, no veo que haya una distinción entre hacer mis propias películas o ayudar a hacer las de otros, es algo que me encanta. Entre película y película, enseño cine y para mí es muy especial el intercambio con las nuevas generaciones.
–¿Qué tiene que pasar para que usted sea quien dirija? ¿Cómo es su proceso de creación?
–Es un proceso muy lento, invisible, durante mucho tiempo ni siquiera soy consciente de que estoy trabajando en una película. Comienza con una serie de notas y de pronto arrancó a escribir en un papel, sin darme cuenta tengo una montaña y entonces tengo una película. Comienza por una imagen, investigo por qué esa imagen se mantiene en la cabeza, por qué me obsesiona y si esa investigación da fruto y comprendo el porqué la hago. Y ese proceso son diez años.
–Pues están a punto de pasar diez años de su última película.
–Han pasado ocho años, pero en este tiempo he sido muy productiva, hice una serie, dos cortometrajes y produje varias películas. Quién sabe cuándo será la próxima, tengo que convencerme de que es necesario hacerla y que solo yo puedo hacerla.
–¿Pero tiene la idea ya?
–Tengo dos, pero hay que esperar a ver cuál de las dos gana... Eso si tengo la suerte de hacer otra película, que nunca se sabe.
–Antes citaba las dificultades de hacer una película siendo mujer y de Grecia.
–Cuando comencé el cine fue trabajando en EE UU, no estoy segura de que si lo hubiera hecho en Grecia habría llegado a ser cineasta, porque allí no crecías pensando en eso, quizá en trabajar en montaje o edición, con suerte. Desde joven siempre fui obsesiva espectadora de cine, pero sin embargo mi plan era trabajar en teatro, pero cuando llegué a EE UU se me dio la confianza y la libertad de trabajar en el cine. Mi primer largo fue mi tesis en la universidad y con un pequeño equipo y financiación limitada aprendí a producir y cree mi primera productora, que se llama Caos, y las primeras que se hicieron fueron las de Yorgos Lanthimos, así surgió esta nueva generación de extraño cine griego, y lo hicimos sin apoyarnos en financiación pública, todo era con un estilo más guerrillero. Ahora trabajar en Grecia en mi propio idioma es muy complicado y eso me obliga a no hacerlo.
–¿Y qué pasa con las mujeres en el cine?
–Nunca he tenido tolerancia al sexismo, nunca permití que tuviera impacto en mi vida. Pero existe ese muro de cristal que nos rodea y aunque decidí ignorarlo aún no se ha ido. Somos minoría, pero ahora observo con orgullo que la mayoría de los cineastas interesantes son mujeres.
–¿Qué tiene que tener una idea para que usted quiera producir una película?
–Trabajo con personas más que con ideas y guiones, necesito conectar con el tipo de película que quieran hacer, tiene que ser algo que me gusta, tengo que ser capaz de tener una conversación apasionante, necesito admirar el lenguaje y el formato en el que quieren concebir su filme. Producir una película es una especie de matrimonio que dura muchísimo tiempo y a veces es incluso una misión suicida, sobre todo si trabajas en Grecia donde tienes que ser masoquista o estar loco para hacer algo así.
–¿Cómo ve este momento de plataformas, series, esta nueva manera de ver audiovisual?
–Es un momento saludable, estamos en un proceso de evolución radical, todo va a la velocidad de la luz. No hace mucho la inteligencia artificial era ciencia ficción y mira ahora. Yo lo acepto todo: poder ver una película, un anuncio o un vídeo de Tik Tok. Ha habido varias muertes del cine, el paso del mudo al sonoro, cuando se dejó de usar el celuloide... Ahora mismo hay una simbiosis de todo eso y hay un retorno al cine analógico. Esta proliferación es algo enriquecedor. Odio el dogmatismo, disfruto tanto viendo una película en mi teléfono como viendo una copia en 70 milímetros de Barry Lyndon.
–¿Cuál es el cine que más le interesa y qué le gusta del español?
–De manera intuitiva suelo gravitar hacia el cine más sensorial, algo en el que puedo hacer una inmersión total, hasta el punto de que mi cerebro desconecta. El cine de Apichatpong Weerasethakul es un buen ejemplo. Necesito rendirme por completo a la experiencia del cine. También ocurre con Albert Serra, uno de mis directores favoritos en este momento. Vi 'Tardes de soledad' y fue experiencia total, no había espacio para juzgar ni para respirar.
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