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Tema complicado el que aborda la película 'When the light breaks', del islandés Rúnar Rúnarsson, que busca la manera a mostrar cómo un grupo de ... jóvenes afronta la muerte de uno de sus amigos. «Suelo reflexionar sobre cuestiones que me han pasado a mí o personas cercanas, pero no es en absoluto biográfico el trabajo que hago, es simplemente un punto de partida para los proyectos», señala el director, que es también guionista y que se muestra feliz de que el FICX sea el punto de entrada de su película en España a través de la sección oficial Albar, en la que compite. «Lo que intento hacer es un proceso de autoexpresión y la pérdida es algo que nos sucede a todos en nuestras vidas y me resultaba interesante mostrarlo en una edad precoz, porque es en ese momento el cielo es el límite, te crees inmortal y me apetecía contar cómo es chocar contra ese muro de la muerte en el inicio de la etapa adulta de la vida», afirma.
Para hacerlo, tuvo una idea clara: «Era importante para mí mostrar que las cosas no son blancas ni negras, que nos movemos en una escala de grises también a nivel emocional, por eso no queríamos aportar solo una cara, sino las diferentes perspectivas de la pérdida», señala. Hay en la película momentos de sentirse en el fondo del pozo y también de momentos de felicidad del grupo de amigos que pierde a uno de los suyos en un accidente. «Es mostrar cómo nos sentimos los seres humanos con esa escala de grises», concluye el director islandés.
El casting es absolutamente clave en una cinta con dos chicas protagonistas y en el que la conexión del grupo es fundamental. Se comenzó por buscarlas a ellas un año antes del rodaje y luego se añadió el resto del elenco. «Queríamos que pudieran transmitir emociones sin mostrar demasiado, a través de pequeños gestos, sin sobreactuaciones, que para mí es un valor añadido en cualquier interpretación», afirma.
Tiene una forma de trabajar muy singular. Hay ensayos en los que comienzan con un par de escenas, se añade una tercera, van viendo cómo los actores se expresan y luego proceden a eliminar diálogos para basarlo todo en la emoción. «Es en el casting cuando realmente empiezas a dirigir la película, a partir de ahí hay un momento en el que cada actor y cada actriz es responsable de su propio papel». Se deja llevar por los actores incluso. «Yo no tengo 22 años y a veces ellos me dan las notas de cómo tienen que ser las cosas, intento dejar que ellos me influyan a mí en los cambios de guion», señala.
Hay un trabajo muy minucioso en las películas de Rúnar Rúnarsson, en los que en cada ensayo se busca lo que significa cada escena, analizando por qué está ahí, por qué los personajes son como son. «Cuando empezamos a filmar, también ensayamos hasta que estamos satisfechos y siempre pido a los actores que sean contenidos para dar con ese tono, para capturar la emoción que buscamos».
Es estricto en cómo se deben colocar los personajes, pero al final les permite que trabajen con libertad: «Siempre les digo que se dejen guiar por el corazón, no por los pies», resume.
Hay hueco en su trabajo para la experimentación. No hay un guion cerrado. El rodaje manda. Es una búsqueda. La interpretación de los actores, también. Y para muestra, un botón: «En la escena final, las dos protagonistas están en la cama y teníamos cinco hojas de guion, la rodamos y duraba unos ocho minutos de conversación, y luego hicimos lo opuesto, les pedimos que no dijeran nada de ese guion, que intentaran interiorizar lo que significan esas páginas en ellas, pero sin decir una sola palabra y llegamos a algo que consideramos extremadamente bello».
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